Destrozado.

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Rubius

-Hey...oye, Rubén...Cariño despierta- escuché, no quería despertar.
-Mmmm- me quejé escondiendo mi cabeza bajo las cálidas mantas .
-No seas perezoso, levántate ya pedazo de vago- Suspiré descubriendo mi cabeza, en eso sentí unos cálidos labios besar mi mejilla e instintivamente sonreí escuchando los pasos de esa persona por la habitación. Abrí los ojos observando todo a mi alrededor. El armario estaba abierto y unas cuantas prendas de ropa en el suelo. La habitación estaba oscura, al parecer hoy el día estaba triste. Bostecé sentándome en un borde de la cama restregando mis ojos que estaban algo cansados. Al fin decidí levantarme luego de haber mirado la pared por quien sabe cuanto tiempo, y caminé hasta la cocina que estaba en el primer piso de donde emanaba un olor delicioso.

-¿Tono?- llamé, lo vi asomarse por la puerta de la cocina y sonreí -¿estás cocinando?- se le dibujó una linda sonrisa en el rostro, luego asintió.
-Sip. Lo que más te gusta- sonreí amplia mente entrando a la cocina, donde pude ver como dos platos estaban llenos den unas tortillas de huevo, tocino, salchicha y unos vasos con zumo de naranja. Así a lo neoyorquino -aquí tienes- puso un plato sobre mis manos indicándome que fuera al comedor. Obedecí sentándome en una silla a esperarlo. A los pocos segundos llegó y se sentó a mi lado comenzando a comer. Se me hizo algo extraño, revisé el reloj de pared notando que eran las diez y treinta de la mañana.
-¿No te debiste haber ido ya?- me refería a su trabajo. Normalmente se iba a las ocho de la mañana.

-No, tengo me dio día libre- solté un gran suspiro resignado. Cuando le ofrecí que viviéramos juntos el aceptó con la condición que quería trabajar, yo le dije que no era necesario ya que el dinero me sobra pero insistió en que eso era literalmente aprovecharse o colgarse de mi. Tuve que aceptar y, aunque en su trabajo no le pagan nada mal por servir en una estúpida mansión de adinerados. El tiempo que ocupa allí no nos permite disfrutar como una pareja normal. De los dos meses que llevamos juntos hemos tenido tres semanas enteras por mucho; tal vez haya gente que lo vea como un bien tiempo, pero para mi es poquísimo. Todo y gracias a mi enfermedad ¿para qué negarlo? Él es el que me hace apegarme emocionalmente a Antonio, y aunque no me molesta en absoluto aún no termino de entender cómo es que él permitió que Antonio entrara en nuestras vidas. No termino de comprender cómo es que me permitió arriesgarme con él. Mi vida ha sido tan distinta desde que nos juntamos...tal vez fue algo apresurado..pero el día que se lo propuse me urgía decírselo...Luego de aquella noche de locura...simplemente me encariñé con el chico y empecé a contactarlo y a salir con él como dos simples buenos colegas...luego me enteré que Antonio se declaraba homosexual y fue ahí cuando entré yo, empezando a hacer esas mierdas cursis que tú haces con tal de conseguir una mujer...pero en mi caso...un hombre. Y lo logré...logré conquistarlo con mis mierdas...y bueno...hasta que le dije que también me molaba mazo y le pedí el noviazgo y tal. Desde que estoy con él no he vuelto a llorar...no he vuelto a hacerme daño ni nada, estoy bien...genialmente bien con un tío tan maravilloso a mi lado....Tengo mucha, osea es que mucha suerte al encontrarlo a él...Y me sorprendo de mi mismo al recordar que hace ya...un tiempo que no deseo hacer daño a alguien, es más, esos dos tíos que venían a mi casa cada mes a pedirme cosas no volvieron a acercarse debido a que se los  pedí, cambié mi número de móvil para dejar de contactarme con Beatriz, y así mismo dejé al  psicólogo de lado, mis pequeñas caminatas nocturnas mortales no regresaron...y...y Él parece aceptarlo..creo que simplemente se resignó a la situación...y aceptó a Antonio...y ya...me alegro por eso pero también me asusta, porque se que su desesperación de hacerme daño o hacerle daño a alguien se hará presente...no sé cuando pero lo presiento....y me preocupa...demasiado..

-¿Te vas a las doce, verdad?- Dejó su plato por un momento, me miró y asintió con una gran sonrisa. A la mierda el desayuno. Restándole importancia a la comida, tomé la mano de mi pareja jalándola hasta la habitación, en donde cerré la puerta y lo puse contra la cama.
-¿R-Rubén qué quieres ha...?
-Déjame disfrutarte un poquito...te extraño aveces- Murmuré sin vergüenza alguna, él, por otra parte, yacía debajo de mi cuerpo con las mejillas azucaradas y una sonrisa nerviosa, pese a eso llevó sus manos hasta mi nuca en donde se dispuso a enredar mi cabello con ternura.
-¿Tanto me extrañas?
-Hey ¿A caso tú no?- le recriminé, por qué habría que mentirle diciéndole que me hacía falta.
-Sí gilipollas, todo el tiempo- reí cerrando los ojos y bajando mi cabeza a la suya, donde proporcioné un choque ligero de labios que se profundizó en segundos, pero aquello no iba con dobles intenciones ni nada por el estilo, solo así, moviendo los labios de manera lenta y pausada. Abracé su cintura y girando lo dejé ahora sobre mi. Sonrió en el beso rozando nuestras narices. Sus manos se situaron en mis mejillas, las mías estaban sobre su cintura empujándole un poco contra mi cuerpo. Nuestros labios se unieron por segunda vez dando paso a las lenguas húmedas y a la vez sedientas por sentir la del contrario. Bailando juntas suavemente, recorriendo la boca ya más que conocida del par. Por otro lado, mis manos daban caricias a la espalda de mi pareja por debajo de la camisa, delineando con mis dedos los costados en donde sobresalían un poco las costillas...sonreí sintiendo su piel erizada bajo mis dedos, sintiendo como temblaba un poquito por culpa de un escalofrío. El beso aveces se rompía por el desgraciado oxígeno, pero no dudaba en volverse a unir sintiendo la necesidad del tacto contrario....Estuvimos un rato así, dándonos besos y caricias que no pasaban la línea de lo cariñoso...

Fragmentado || Rubelangel ||Where stories live. Discover now