La Creadora de los Miraculous (ChatNoir x Tú)

Capítulo 7: Poder secreto de Kwami

Chat y yo seguíamos el rastro de sangre que había dejado Han Okami sobre los edificios por los cuales había pasado, íbamos lo más rápido posible para llegar hasta ella y comprobar su estado.-¿Puedes olerla Chat?.-Salte una chimenea visualizando unas gotas de sangre en ella, note que estaban frescas. No debíamos estar lejos de ella.

No soy un perro mi Lady, pero estoy seguro de que estamos cerca.-Chat Noir escaló una pared para subir a la azotea de esta y seguir el rastro con mayor facilidad. Había sido una suerte encontrarme con él durante tu búsqueda.-¡La he encontrado!.-En cuanto le escuché lancé mi yo-yo hacia donde estaba situado logrando llegar.

Aquella nueva compañera estaba tendida en un pequeño charco de sangre fresca, sus rosados labios liberaban pequeños jadeos y aquel cabello albino se encontraba con pequeños nudos provocados por la sangre seca que ensuciaba la hermosa cabellera.-Han Okami.-Me agaché a su lado pasando inmediatamente mi mano por tu mejilla, la peliblanca reaccionó a mi contacto apretando de manera suave los labios.-Resiste un poco más, te vamos a ayudar.-Chat se agachó a mi lado y la cargó con delicadeza entre sus brazos, dejando que el rostro de la heroína albina descansara en su pecho.

¿Dónde la llevaremos?.-Chat cruzó miradas conmigo, me llevé una mano a la barbilla intentando pensar cual sería el mejor lugar al que acudir. Un hospital era el sitio más adecuado al que ir para que atendieran sus heridas pero existía la posibilidad de que su identidad se descubriera, el otro lugar que tenía en mente era el hogar del Maestro Fu, quizás su sabiduría serviría de ayuda.

Iremos a un lugar donde sabrán ayudarnos.-Caminé hacia el final de aquella azotea y usando la Torre Eiffel como referencia me situé en la zona en que nos encontrábamos.-Estamos cerca, sígueme.-Mi compañero gatuno asintió con la cabeza y nos dirigimos hacia el hogar del Maestro Fu. Él era el único que podría ayudar a la peliblanca y a resolver nuestras dudas.

No tardamos ni 5 minutos en llegar, ya que éramos muy rápidos moviéndonos sobre las casas de Paris, aunque con cada salto que realizaba regresaba la mirada hacia atrás para comprobar que Chat Noir no tuviera complicaciones en desplazarse con aquella chica en brazos.-Es aquí Chat.-Ambos entramos por el balcón sin permiso encontrándonos con el anciano protector de los miraculous, el cual nos devolvió la mirada con un brillo de preocupación al ver a la muchacha herida.-Maestro Fu, sentimos entrar sin permiso pero necesitamos su ayuda. Nuestra compañera está mal herida.-Chat Noir depósito con delicadeza a Han Okami en aquel futón blanco que poseía el anciano en su hogar.

El Maestro Fu se acercó a la peliblanca y apartó unos cuantos mechones de su rostro.-Es la Creadora...Wayzz.-Su rostro reflejó una gran preocupación e inmediatamente llamó a su Kwami el cual salió del interior del fonógrafo.-Necesitamos sanarla ¿Podrías ayudar?

Siempre que usted lo necesite Maestro Fu.-El Kwami de la tortuga se acercó a nosotros.-Por favor Chat Noir y Ladybug, necesito la ayuda de sus Kwamis

Pero...revelaremos nuestra identidad.-Dirigí mi mirada hacia Chat para saber su opinión sobre esto, quería ayudar a nuestra nueva compañera pero revelar nuestra identidad era un tema que no me gustaba hablar.

No os preocupéis, la Creadora utilizó una vez su poder en vuestros Miraculous, solo tenéis que pedir que salgan.-Mientras Wayzz nos explicaba cómo debía liberar a Tikki, el Maestro Fu colocaba unas extrañas hojas alrededor de Han Okami.

Ladybug.-Regrese a mirar a Chat cuando me nombró.-Lo hare yo primero, sé que para ti nuestras identidades son importantes.-Me regaló una de sus tantas sonrisas, dirigió su mirada a su anillo y cogió algo más de aire, llenando sus pulmones.-Plagg puedes salir.-Una luz de color verde neón fue liberada del anillo para acto después tomar la forma de un pequeño gato negro con mirada esmeralda. Chat comprobó si su transformación seguía y al verificarlo sonrió a su compañero gatuno-¡Plagg! Qué bueno verte