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La noche condenó al Sol haciéndolo caer en un inminente ocaso. Del mismo modo un telón de teatro que se cierra lentamente y no demora en absorber la luz del lugar —como un agujero negro engullendo una estrella; sin dejar rastros de sus partículas—. Así se encontraba la esquina de la calle 21, bajo un cielo glacial. Las frías calles, apenas se iluminaron por las lámparas que portaban una tenue luz amarillenta.

Sentado en un banco antiguo de madera, en una pequeña plaza, se hallaba un hombre. Vestía un sobretodo, un sombrero y zapatos negros lustrados. Era parte de la oscuridad misma que rodeaba aquella esquina.

La Calle 21: un encuentro con la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora