Cuando el mundo aún no lo era y las estrellas aún ni si quiera se habían formado en el firmamento, existieron dos deidades todo poderosas que mantenían el equilibrio de todo el universo. Una de esas deidades era el sol; cálido, protector, valiente y dador de vida, siempre noble y benevolente. La otra era la luna; fría, sabia, hermosa, proveedora de salud y prosperidad, justa y calculadora. Ambos se complementaban mutuamente, sin ellos la vida en la tierra no era posible, sin ellos el hombre que habitaba sobre la tierra no era nada.
Los humanos les adoraban con fervor, erigiendo templos y monumentos en su honor, prendiendo velas para ellos, rezándoles de rodillas, pidiendo prosperidad, salud y amor y la luna y el sol estaban encantados por las atenciones, conmovidos por la manera en que sus poderes parecían arrullar los corazones mortales de los hombres. El sol les regalaba el día, la tierra, el fuego, la luz y el relámpago, la luna les otorgaba la noche, el viento, el agua, la nieve y el hielo pero un día decidieron darles algo más como presente por su entrega, por sus sacrificios y sus ofrendas; un heredero.
El sol y la luna habían acordado dar cada uno un heredero a la tierra para que el equilibrio de la naturaleza reinara sobre la faz y así fueron entregados un par de seres humanos bendecidos por el sol y la luna respectivamente, cuya tarea era la de ayudar a sus padres astros a mantener la paz y la prosperidad entre los suyos.
Pero pronto las deidades se percataron que el ser humano era traicionero y mentiroso, pues cuando sus herederos tuvieron la edad suficiente como para tomar sus propias decisiones, en vez de unirse por el bien común se dividieron en riñas y peleas que los llevó por caminos separados, demasiado ocupados demostrando quién era el mejor, demasiado egoístas y arrogantes como para ver que se suponía que debían complementarse no retarse.
Muy tristes la luna y el sol vieron a sus herederos partir por caminos diferentes, llevándose con ellos a sus súbditos y colocando murallas entre sus tierras, dividiéndose físicamente y no solo en esencia. El sol estaba decepcionado, la luna estaba furiosa, el sol quería verlos redimirse, pero la luna quería acabar con ellos, el sol le dijo a la luna que lo mejor sería no entrometerse y la luna le respondió que tal vez tenía razón, ellos no valían la pena y entonces los abandonaron.
El reino del sol se alzó sobre una montaña de tierras fértiles y de amaneceres asombrosos, el reino de la luna se alzó sobre prados verdes y de vientos poderosos, donde el sol no quemaba y la noche era mucho más larga. El heredero de la luna era arrogante, egoísta y caprichoso, el heredero del sol era desobediente, imprudente y explosivo, por lo que mutuamente y pese a la distancia, se encargaban de hacerse miserables, el uno al otro, sin importarles que sus súbditos fueran los más afectados por aquella estúpida e infantil pelea.
La rivalidad entre ambos reinos fue pasando de generación en generación, aunque pasó mucho tiempo hasta que un nuevo heredero nació; no había luna sin sol, y así mismo ambos herederos debían existir al mismo tiempo, trayendo como consecuencia batallas por poder entre ambos reinos cada que un nuevo heredero se levantaba. Ya nadie recordaba al sol y a la luna como las deidades que les habían entregado su bendición y su prosperidad, su egoísmo les había consumido por completo y pronto el hombre comenzó a creerse dueño de la naturaleza, de los elementos, del día y de la noche.
Fue cuando el heredero del sol número quince se levantó cuando una vieja adivina hizo una profecía: El sol y la luna estaban cansados de verlos pelear usando su herencia, cansados de verlos humillarse mutuamente, de herirse física y emocionalmente y habían decidido tomar de vuelta lo que les pertenecía. Cuando ambos herederos cumplieran la mayoría de edad, sería su destino enfrentarse cara a cara, sin ayuda de nadie más pelearían hasta la muerte y con la muerte de los últimos herederos, el poder de la luna y el sol regresarían a sus orígenes y entonces el hombre perdería su bendición por haberles dado la espalda.
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Tú.
FanfictionDrarry/Harco Draco se ha enamorado profundamente de un joven al que solo ha visto una vez y del que ni si quiera sabe su nombre, sueña con encontrarlo y desposarlo, pero sabe que es imposible, su padre jamás le permitiría unirse con alguien que no t...