Es curioso, la gente dice que los cambios son buenos, yo sin embargo no estoy del todo de acuerdo.
A los 13 años cambié de ciudad, mi madre se enamoró de un antiguo amor de su juventud, muy bonito, siempre el amor de por medio. El caso es que no me quedó mas remedio que irme con ella ya que mi padre por aquel entonces no daba señales de vida. Me encontré en un sitio aislado sin salir de casa por miedo, miedo porque no conocía nada ni a nadie, ¿Quién me guiaría a adaptarme en este sitio tan desconcido durante los próximos años de instituto? ¿Os digo quién? Nadie.
Si es cierto que siempre he sido sociable de cierta manera, y no me costó hacer amigos, de hecho ahora forman parte de mi vida y los quiero y ahí esta el problema, mi corazón esta dividido. Me pase un año entero suplicando volver a mi antigua ciudad, no encontraba mi sitio, no estaba cómodo y ahora... en resumen. No veo claramente hacia donde va mi vida, tampoco se muy bien si quiero saberlo pero probablemente tenga que volver a mi antigua ciudad y eso hace tres años no hubiera sido ningún problema pero justo en este momento... En cuatro años he conocido a personas maravillosas, admirables... probablemente esas personas nunca sepan lo que ellos sin saberlo, simplemente siendo como son, han hecho por mi.
¿Cómo es posible que no pueda contener mis lágrimas en este momento? La rabia de no poder decidir lo que hacer con mi triste vida me invade por dentro cegándome, viendo solo los problemas y no las cosas buenas que la vida nos regala. Pero a mi la vida me ha regalado cosas para luego quitármelas, ilusiones llenas de magia que nos hacía invulnerables ante cualquier cosa, momentos inolvidables que no podré recordar junto a las personas con las que los viví, miradas que se cruzaban y que paraban el mundo han pasado a ser simples saludos por educación, lo que antes tenía importancia ahora no nos importa mas que la frase filosófica que hay en la parte de atrás de los sobres de azúcar de la cafetería, la pregunta es ¿Hemos cambiado? No, hemos crecido, los cambios nos hacen tal y como somos, unos son buenos otros son malos, unos se pueden evitar y otros no.
Si a día de hoy me preguntasen si quiero rebobinar hasta el punto de mi vida en el que cambié de ciudad y cambiarlo todo contestaría que no, a saber que sería de mi si no llega a ser por el antiguo amor de mi madre que le entró por facebook.