Ojos azules

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No se encontraba nadie cerca de mi, todo estaba demasiado oscuro, las luces habían dejado de funcionar y la carretera se veía tenebrosa.
Mis pies estaban descalzos, vestía una bata blanca con algunas marcas de sangre, no entendía que sucedía y mucho menos que hacía ese cuchillo en mi mano, por alguna razón extraña había olvidado todo lo que sucedió en el último día.
Camine en dirección al pueblo donde vagamente recordaba que habite alguna vez, no había ningún ruido, ni siquiera el del viento, todo estaba quieto, esperaba que las pocas personas de aquel pueblo me reconocieran, para que me ayudarán a recordar que había pasado.
El camino no fue cansado o largo, pero el pueblo estaba tan solo como el camino, no se escuchaba ninguna respiración, no quise ingresar a ningún hogar, estaba más que desconcertada, pues tenía manchas de sangre en mi bata y un cuchillo en mi mano que por alguna razón no había dejado caer.
Me coloque en una de las bancas del lugar, quería cerrar los ojos y tratar de recordar o siquiera dormir un poco, pero el sol comenzaba a salir alumbrando aquellos rastros de sangre que conducían a diferentes lugares, seguí cada uno y ellos llevaban a los hogares donde yacían los cuerpos sin vida de cada integrante, niños, mujeres y hombres, despiadadamente torturados, todo volvía a mi memoria, todos los gritos de súplica me taladraban los oídos, pero no me detenía, continue hasta terminar con todos y cada uno de ellos, pero esa serie de recuerdos se detuvo en aquel rostro viejo con ojos azules y cabello cano que me suplicaba piedad llamándome hija pero fue a quien más daño le hice, fui capaz de asesinar a mi madre con aquella brutalidad y sed de ver derramar su sangre por aquel piso de madera que siempre ame por el olor, pero en que momento me había convertido en esto, porque lo había hecho, sabía que no encontraría respuestas en esta vida por eso acudí aquel árbol donde mi cuerpo permanece putrefacto, mientras mi alma describe aquel suceso en mi mente en un lugar donde solo hay oscuridad, no hay nada, viento u olores, solo un profundo sentimiento de miedo y desprecio por aquello que yo hice por haber matado aquella mujer con bellos ojos azules.

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