Sin nombre.

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Estaba ahí, dentro de aquella cabaña oscura y rechinate, que solo era rodeada por el denso bosque. Una necesidad de estar ahí se había anidado en mi pecho, llenándome de deseo por estar de pie en el pórtico justo después de la duodécima segunda campanada, como iba a saber yo cuando sucediera eso sí estaba rodeada de aquellas cosas que siempre temí.
La noche comenzaba a caer con más velocidad que de costumbre, el deseo de estar en el pórtico se incrementaba cada segundo, ese deseo me quemaba el pecho, me provocaba desesperación y ganas de arrancarme la ropa para sentir frescura pero sabía que nada de eso iba a ayudarme. El incesante sonido del reloj retumbaba en mi tímpano de una forma que me hacía parecer una desquiciada queriendo correr por doquier; sabía que debía contener ese inexplicable deseo, pero mis pasos me llevaban hasta afuera, quizá había llegado el momento de conocer que rayos hacia yo ahí, donde lo único que encontré fue miedo; algo se escuchaba retumbar dentro de la cabaña o quizá solo se trataba de mi palpitar, mis pasos continuaron sin hacer caso a mis pensamientos, me colocaron en justo en el lugar donde debía estar, el deseo por conocer las respuestas era aún más intenso, y yo sin capacidad para detenerlo, solo me deje llevar por ese sentimiento absurdamente inexplicable. Algo sostenía mis pies con fuerza, pero yo quedé inmóvil como si eso saciará aquel deseo, me tiró al suelo llevándose mi cuerpo arrastras provocando heridas que ni siquiera dolían, ví el recorrido del bosque, en verdad lo estaba disfrutando y no tenía la necesidad de conocer respuestas ahora.
Lo que me sostenía se detuvo en el camino, se escucharon ruidos de animales desconocidos para mi oído, aquello me sostuvo con más fuerza y anduvo con más velocidad, algo nos seguía pero desconocía de que trataba, ese algo me mordió cerca del talón, de inmediato sentí fuego rodeando mi cuerpo, como si estuviera en una olla con agua hirviendo, eso me soltó a medio camino dejándome varada en alguna parte del bosque, lo que nos seguía me sostuvo entre sus enormes brazos y con un ligero toque desperté en la cama de aquella cabaña rechinate, creí que se trataba de un sueño hasta que vi en mi talón aquella marca oscura, como si algo hubiera quemado aquella zona.
Quizá mi cuerpo fue elegido para ser poseído por algo y por ello fui sin querer aquel lugar siendo salvada por un especie de animal celestial, pero ahora cada que se llega esa fecha mi cuerpo siente aquella sensación de pertenecer a un mundo diferente donde las llamas arden.

Cuentos cortos para no dormir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora