Tomo el pequeño bolso de esa mujer, llevándolo hasta su auto, sonriendole con cariño, intentando aguantar su propio odio que amenazaba con brotar de sus poros.
- ¿Tienes todo, cariño? - Pregunto amablemente, besando su mejilla.
- Si, mi amor - Cruzo sus brazos por el cuello de él, besando sus labios en un roce apenas imperceptible - ¿Me extrañaras? - Un golpe bajo, como solo ella lo sabia hacer. Claro que la extrañaria. Claro que desearía que se quedara a su lado, pero no podía pedírselo. Él la había aceptado desde un principio con toda la mierda que eso conllevaba.
- Claro que te extrañare, guapa - La beso con impetud, apoyándola contra ese auto deportivo rosa que tanto la caracterizaba - ¿No puedes quedarte hasta la tarde? - Pidió casi suplicando.
- No, cariño. Sabes que no puedo - Escapo de esos fuertes brazos, y beso su mejilla, para luego subir al auto y mirarlo por la ventana de este - Te enviare un mensaje cuando este libre.
- Lo esperare - Suspiro, apretando sus puños al verla arrancar hacia la salida de su lujosa mansion. Camino con paso pausado hacia el interior de su hogar, se sirvió un vaso de whisky, sin que le importase nada que sean apenas las 10 de la mañana. Se movio hacia la sala de estar, mirando con pena lo grande que se veia todo sin ella alli. Su respiracion se acelero. Su pulso comenzo a correr. Sus puños se apretaron con mas fuerzas - ¡Maldita seas, Kikyo! - Gruño con fuerzas, tirando el vaso contra la pared.
Y en ese momento comenzo uno de esos ataques de ira que solo le daban cuando pensaba en esa peli negra, perdida entre los brazos que Naraku, su esposo.
Su television de ultima generacion, su equipo de audio y varias prendas de Kikyo, sufrieron la misma suerte que el vaso de cristal tallado.
Juraba que queria detenerse, calmarse y pensar, pero no podia. Su mente se nublaba cuando pensaba en ella, en la cama, con otro hombre que no fuera él. Y no estaba en derecho de reclamar absolutamente nada, porque él era el "otro", el amante, el que no era su dueño. Pero no podia hacer mas que enojarse con ella, consigo mismo y con la maldita vida tan cruel que la habia puesto en su camino solo para hacerlo sufrir.
- ¡Mierda! - Volvio a gruñir cuando, luego de su ataque, vio su casa. Cuadros, electrodomesticos y ropa, todo roto y deshecho. Mira la hora en su rolex, notando que eran las cinco de la tarde. Se habia pasado siete horas maldiciendo y rompiendo, y no lo habia notado.
Con la tranquilidad que lo caracterizaba, se sento en su computadora y comenzo a comprar en linea todo lo que habia despedazado por culpa de su ira. Ahora, sentado alli, solo, se sentia sumamente culpable por todo lo que habia pensado.
Kikyo no tenia la culpa de su miseria. Cuando la conocio, en una cena de gala de su empresa, la quimica habia sido innegable, pero antes de siquiera decirse sus nombres, ella le habia aclarado que tenia esposo y dos bellos hijos. ¿Y él que habia hecho? Como buen casanova, se habia enredado entre sabanas, creyendo que seria lo mismo de siempre, un polvo y hasta luego, pero no. Esa quimica que habia sentido cuando la vio, se convirtio en atraccion, y esa atraccion en amor unilateral.
Hacia dos años que llevaban esa vida y, a pesar de que habia intentado olvidarse de ella con otras mujeres, apenas aparecia por esa puerta, se olvidaba del mundo, haciendo imposible que siga con cualquier relacion. Solo la necesitaba a ella, pero ella no lo veia asi.
Se lo habia dicho y repetido en inumerables ocasiones...
"Yo solo amo a mi familia, Inuyasha"
Y vaya que eso dolia como mil demonios.
Al terminar, se dio una ducha, se vistio con ropa informal y salio en su coche hacia cualquier lado. Ese dia, en ese momento, no necesitaba emborracharse solo en su casa. Necesitaba, aunque sea, ver gente a su alrededor.
Luego de un par de minutos girando sin rumbo alguno, logro encontrar un bar que le llamo poderosamente la atencion, como si algun ser superior le exigiera que entrara alli, a pesar de que no era para nada vistoso.
Lo unico que lo distinguia como bar, era un cartel luminoso con el nombre de "Black pub", ya que la unica entrada que tenia, era una escalera hacia una puerta negra subterranea. Nada mas. Ni un cartel con el horario, ni ventanas, ni nada.
- ¿Que clase de bar es? - La intriga lo carcomia, asi que dejandose llevar por ella, bajo las escaleras y entro, llevandose una grata sorpresa. A pesar de su fachada exterior de paredes y puerta negra, el interior era igual de penumbroso, pero con estilo. Blanco, negro y rojo eran los colores predominantes, con algunos candelabros de diamantes falsos, pero con elegancia - Wou. Es increible.
- Muchas gracias, guapo - Una voz dulce como la miel se dejo oir tras él, logrando que el peli negro se girase sobre sus talones. Una pequeña mujer, que apenas si le llegaba al pecho, con cabello negro, atado en una coleta alta, y ojos azules lo miraba con una sonrisa. Llevaba una falda negra, ajustada a sus curvas que apenas le llegaba a tapar su trasero, junto con una camisa blanca y un chaleco tambien negro - Me llamo Kaghome. Soy la barwoman del lugar - Camino por su lado y con su cabeza le señalo la barra.
- Soy Inuyasha - Apenas logro articular, mientras tomaba asiento en una de las banquetas.
- Eres nuevos por aqui - La azabache apoyo sus codos sobre la barra, mirandolo sin perder la sonrisa - ¿Que te trae por este bar de poco renombre y casi vacio?
- Nada. No deseaba estar en mi hogar, asi que solo sali a buscar un bar donde me pudiera distraer con la gente de mi alrededor - La azabache miro hacia todos lados y luego rio con delicadeza.
- Creo que has venido al lugar erroneo, guapo - Le guiño el ojo, causando que un leve sonrojo se asiente en las mejillas del peli negro - ¿Que te sirvo?
- Un whisky, por ahora.
- Claro, corazon - Kaghome tomo un vaso, colocando unos hielos y luego lleno el vaso con esa fuerte bebida - Es el mejor que tenemos. Disculpame desde ahora si no es lo que estas acostumbrado a tomar.
- ¿Y como sabes que estoy acostumbrado a tomar?
- Vamos, guapo. Llevas un rolex de oro y diamantes en tu muñeca, y has dejado las llaves de un Rolls-Royce - Contesto sin perder su sonrisa con un toque de soberbia, mientras le acariciaba los dedos.
- Es cierto. Me has atrapado - Tomo de un trago su bebida, notando como el sabor, poco grato para su paladar, se extendia por su boca - No esta tan mal - Le acerco el vaso, logrando que la azabache le sirva otro.
Sigue en la siguiente pagina ➜➜➜➜
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Hola mundanas!
Espero que esta historia corta, de apenas unos pocos capítulos, les guste.
No hay mucho que decir, mas que espero sus comentarios por aquí o por allá.
♯ LinKaritza◦
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Arreglando corazones ღ
RomanceInuyasha No Taisho, un magnate petrolero que lo tiene todo, menos el amor de la mujer que ama, Kikyo. Harto de sufrir por esa mujer que lo maneja como quiere y cuando quiere, se adentra en un bar para emborracharse hasta perder la conciencia. Allí...