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No recordaba el tiempo que llevaba sentada en su auto, frente a su casa, sin salir de allí. 

No deseaba entrar y encontrársela. No podía mirarla a la cara sin decirle cosas hirientes. No podía hacerlo. 

Era el amor de su vida... Mentira. Era su vida misma. La necesitaba como el aire para respirar. Necesitaba todo de ella, hasta el punto que parecía locura, pero era así. 

Cuando se entero de lo sucedido, se encegueció de tal forma, que no hubo poder sobre la tierra que lo detuviese de ir a arreglar las cosas con el mal nacido que se había atrevido a tocar a su amada esposa. Ni siquiera Onigumo pudo hacerlo entrar en razón. 

Y en ese momento, agradecía que no lo hubiese convencido de quedarse, de lo contrario, nunca se habría enterado de lo que en verdad sucedía. 

- Maldición - Gruño por lo bajo y suspirando, salio de su coche, comenzando a caminar hacia su casa. En ese momento agradecía que sus niños estuviesen en clases y que no llegaran hasta bien entrada la tarde. Estaba seguro que no podría controlar su genio y no quería a esos dos angelitos envueltos en esa discusión marital. 

- Naraku, cariño, ¿Eres tu? - Esa voz. Esa dulce voz que hasta hoy a la mañana amaba, ahora solo lo lastimaba en lo mas profundo de su alma. 

- Ven, Kikyo - La llamo, mientras aflojaba su corbata y tomaba asiento en un sillón. 

- ¿Que Necesitas? - Se acerco a él para darle un beso, pero el pelinegro solo corrió su rostro - ¿Naraku?

- Siéntate, Kikyo - Ella solo tomo asiento lentamente, sin dejar de verlo. ¿Que ocurría? Nunca, de los años que llevaban juntos, le había negado un beso - Se todo. 

- ¿Que? - Murmuro, dura como una piedra. No podía ser, ¿Como se había enterado? Su cuerpo comenzó a temblar, y no podía hacer mas que apretar su falda con fuerzas. 

- ¿Todo? ¿De que hablas, cariño? - Sonrió con ingenuidad, pero esa sonrisa se borro al ver el rostro serio de su esposo. 

- No es necesario que sigas fingiendo. Lo se, Kikyo - Apoyo su cabeza entre sus manos, intentando que su voz no se quebrase. Muy al contrario de lo que aparentaba, un hombre rudo, era muy sensible y situaciones como estas solo lograban que sus sentimientos comenzaran a salir a flote. No quería llorar, pero lo iba a hacer. Lo sabia. 

- Yo... Naraku... 

- Solo... Solo dime porque lo hiciste - La volvió a mirar y sus ojos llenos de dolor le partieron el alma a Kikyo. 

¿Por que lo había hecho? No lo sabia. La verdad que ni ella tenia muy en claro el porque. 

Conoció a Inuyasha en una cena, y no pudo evitar flecharse por ese adonis que la miraba como si se la quisiera comer. Terminaron en la cama, pero lo que podría haber sido solo de una noche, termino siendo una aventura que poco a poco se le escapaba de las manos. 

Quizás fue por su orgullo de mujer, al saber que todas sus amigas y las que no lo eran tanto, la envidiaban al enterarse de que ella lo habia logrado atrapar entre sus garras. O quizas era porque de verdad sabia moverse en la cama, aunque lo dudaba, Naraku lo igualaba, y no podia quejarse de su falta de atencion, ya que ese hombre estaba sobre ella como una garrapata. 

Entonces, ¿Por que? 

Si sabia que iba a lastimarlo cuando se enterase. ¿Por que habia seguido con esa aventura durante tanto tiempo? ¿Por que no habia cortado ella con esa mentira? Porque si no fuera por Inuyasha, que se alejo, ella seguiria con él, como si nada mas importase. 

- No lo se, cariño - Murmuro, sin atreverse a mirarlo a la cara. Le dolia el alma, el corazon, el cuerpo. Le dolia cada celula de su cuerpo. Habia decepcionado al hombre que de verdad amaba, y ahora tendria que pagar las consecuencias. 

- ¿No lo sabes? - Su voz... Esa voz siempre fuerte y firme, ahora se escuchaba apagada. Lo estaba lastimando. Lo podia notar. ¿Que demonios habia hecho? - Estuviste con él durante tanto tiempo, ¿Y no sabes por que? 

Silencio. 

Solo eso obtuvo. Ya que ni ella misma podia explicar lo que habia logrado. 

¿Que mas podia pedir? No podia obligarla a estar a su lado. Y si no lo amaba, tampoco deseaba que se quedara. Resistiria, pero la dejaria libre para que viviera su vida con quien mas le gustara. 

De repente, la idea de no tenerla a su lado se le clavo como una daga en su corazon, logrando que las lagrimas comenzaran a fluir sin parar. Cubrio su rostro con sus manos, intentando controlar su cuerpo, pero su respiracion se acelero casi al punto de no poder respirar. 

No queria perderla. No queria dejarla ir. 

- No, cariño. Por favor, no llores - Sintio sus brazos envolviendo su cuerpo y, aunque tenia que estar enojado con ella, no podia. Solo necesitaba sentirla y olerla, y tocarla, y besarla. 

- Te amo tanto que duele, Kikyo - Susurro entre llanto, abrazandola. 

- Yo tambien te amo, Naraku. Juro que te amo como nunca ame. Perdoname, por favor. Perdoname - Y las lagrimas comenzaron a fluir de sus negros ojos tambien. El amor de su vida estaba sufriendo, y todo por su maldita culpa. Y eso dolia como la mierda. 

- No se que hacer. Tendria que dejarte ser libre y que seas feliz, pero no puedo - La apreto mas contra su cuerpo, aspirando su aroma a limon - No puedo dejarte ir. 

- Soy feliz junto a ti, cariño. Creeme, por favor - Con algo de fuerzas se movio hacia adelante, sentandose sobre él, con sus piernas al costado de su torso. Queria fundirse alli y no alejarse nunca - Jamas volvere a hacer nada parecido, lo juro. Solo soy feliz estando contigo y con nuestros hijos. Perdoname por favor, pero no me dejes. 

- Te amo - Volvio a repetir como un demente - Te amo. Te amo. 

- Yo te amo mas. Lo juro por nuestros hijos. 

El tiempo paso, demasiado rapido para los dos amantes que no podian hacer otra cosa que abrazarse y decirse lo mucho que se amaban y necesitaban. Entre ellos se podia notar la desesperacion y el arrepentimiento. 

- Prometeme que no me volveras a engañar. Por favor, bella. 

- Nunca. Jamas volvere a hacerlo - Se aparto de él, tomando su rostro entre sus manos y lo miro fijamente - Te juro que nunca volvere a hacerlo. Solo, no me dejes. 

- Nunca te dejaría - Y, sellando su promesa, tomo sus labios entre los de él, besandola con una desesperación muy pocas veces vista. 

- Nunca - Correspondio su beso, jurando internamente que no volveria a lastimar a su esposo nunca mas. 


Arreglando corazones ღDonde viven las historias. Descúbrelo ahora