Capítulo 1.2: Nina Erzherzogin

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De una manera u otra, consiguió finalmente llegar a la academia sin mayor contratiempo que un encuentro un tanto extraño y bastante ingenuo. Por primera vez pudo admirar la elaborada fachada de la academia, de estilo plateresco, como las universidades más antiguas del mundo, pero con un evidente toque moderno. No por nada habían alcanzado ya el siglo XXI.

Tras cerrar su boquita de piñón por el asombro del lugar que a partir de entonces se convertiría en su hogar por unos años, se introdujo en el edificio, acompañada de otros tantos estudiantes con su mismo propósito. 

Se dirigió a la secretaría, pues debía hacer el registro de que había llegado a la academia, además de confirmar que era quien decía ser y arreglar varios papeles con los datos necesarios para realizar el curso, como por ejemplo, las asignaturas a las que había decidido que asistiría.

A pesar de que había varias personas trabajando en la sala de la secretaría, cada uno de ellos con un alumno, aquello era un proceso que debía tomar un tiempo, pues cualquier mínimo error podía ser pagado muy caro más adelante.

Diana se movió algo entumecida, el cansancio comenzaba a notarse en su cuerpo, y el efecto del jet lag le provocaba un sopor que describiría como una nube pesada que se instaló en su cabeza. Necesitaba distraerse con algo o el no haber dormido durante todo el viaje le pasaría factura.

Casi sin quererlo, comenzó a observar a las personas que tenía delante. La mayoría iban bien vestidos, demasiado bien. Solo unos pocos, como ella, destacaban entre la multitud por sus ropas simples. ¿Pero es que acaso se habían tomado aquello como una competición de moda o había una fiesta más tarde de la que no se había enterado? Ella siempre quería estar cómoda, por lo que su atuendo habitual solía ser una camiseta y unos pantalones cortos, acompañados de unos leggins y una camiseta de manga larga básica cuando hacía frío. Y, por supuesto, siempre usaba tenis.

Siguiendo el recorrido de la cola, que solo había avanzado un puesto, se colocó de lado y observó por el rabillo del ojo a la persona que tenía justo detrás de ella. Tenía el pelo corto, de un tono de negro que más bien parecía azul noche, y unas largas pestañas de mirada coqueta y cristalina que en principio la hicieron dudar sobre su género. La curiosidad hizo que observara a aquella persona con mayor detenimiento. Debía de ser unos cinco o incluso diez centímetros más alto que ella y portaba una figura digna y elegante, con un traje blanco que no era capaz de disimular del todo la curva que formaba la estrechez de su cintura y la anchura de sus caderas.

Al parecer, Diana no estaba siendo muy discreta, por lo que la persona observada en cuestión se percató del escrutinio. Le regaló una dulce sonrisa, e hizo una reverencia como ella solo había visto en las películas de Disney. Correspondió con un asentimiento y un ligero sonrojo al ser descubierta.

La cola volvió a avanzar un puesto, pero en el momento de dar un paso al frente, su cuerpo se tambaleó ligeramente hacia un lado, y antes de que se hubiera dado cuenta, unas manos firmes pero gentiles la sujetaban por los hombros.

— ¿Se encuentra bien? — Su voz sonó mucho más dulce de lo que había imaginado que correspondería a aquella figura, también era verdad que había sido un susurro corto y que no podía sacar conclusiones precipitadas.

— S-sí... Gracias — Ladeó la cabeza, intentando sonreír a pesar de su repentino nerviosismo— Creo que me empieza a afectar la falta de sueño, no es nada.

— ¿Acaba de llegar hoy?

Al parecer, aquella persona quería entablar una conversación con ella, y a pesar de que Diana no era demasiado extrovertida, la curiosidad que le provocaba y quizás un poco el sueño, hicieron que se mostrara interesada por seguir hablando.

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⏰ Última actualización: Nov 10, 2017 ⏰

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