Capítulo quince

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(A/N): En este capítulo hay saltos constantes entre las acciones de distintos personajes. Hay un doble espacio que separa cada párrafo, espero que se entienda con claridad.

El cabo hacía un esfuerzo por intentar llevar algo de aire a sus pulmones, pero el brazo que lo estaba estrangulando lo mantenía aferrado con fuerza mientras la voz de su propietario daba órdenes a sus subordinados.

-¡Sacadlos de aquí de una vez! -dijo con autoridad a los cuatro policías que aún permanecían con vida-. Matad al resto.

Levi sintió como una mano trataba de arrebatarle el cuchillo que tenía en la derecha, por lo que reunió la fuerza suficiente para zafarse de ese agarre y lanzarlo en el aire imprimiéndole un movimiento rotatorio. Acertó en el antebrazo de la mujer que apuntaba con su arma a Jean en el preciso instante en el que ella apretaba el gatillo, provocando que su disparo saliera desviado hacia la pierna del recluta.

El muchacho gritó y rodó por el suelo, agarrándose el muslo herido con desesperación. Levi esperaba que la bala no hubiera atravesado ninguna vena principal, porque no sería la primera vez que veía a alguien morir por un disparo similar.

Al menos no había sido en la frente.

No obstante, el tiempo corría en su contra, ya que Jean podría desangrarse en pocos minutos si nadie le hacía un torniquete en esa pierna.

Mikasa gritó cuando vio que la mujer se recomponía y avanzaba dispuesta a rematar a su pareja. Escuchó un disparo y sus labios temblaron al suponer que Jean estaba muerto. Sin embargo, se sorprendió al ver como el cuerpo de la mujer se desplomaba hacia adelante con una herida que sangraba profusamente en su abdomen.

Cuando el cuerpo de la policía dejó de tapar su campo visual, pudo distinguir a Armin con el rifle que había pertenecido a Jean en sus manos. El muchacho no había dudado ni un segundo en disparar para salvar la vida de su amigo, al contrario que Jean, a quien su vacilación podría costarle la vida.

Levi comenzaba a tener los labios amoratados debido a la falta de aire, pero Kenny no cejaba en su empeño de asfixiarlo. ¿Realmente lo iba a matar así, con sus propias manos?. Sus ojos acuosos, debido a la falta de oxígeno, se encontraron con unos verdes que lo miraban suplicantes.

Eren forcejeaba en los brazos de dos policías que trataban de sacarlo del establo. El muchacho había sido desprovisto de todas sus armas y tampoco podía transformarse en titán para ayudar a sus amigos. Tan solo podía mirar impotente como aquel policía con sombrero mataba lentamente al hombre al que amaba, mientras a él lo alejaban a rastras de su lado.

Eren profirió un grito que podría haber desgarrado sus cuerdas vocales, provocando que los hombres que trataban de hacerse con él titubearan presas de un súbito miedo. Después de todo, temían que el muchacho pudiera convertirse en titán aún sin poder morder su mano. Por mucho que su jefe les hubiera asegurado que aquello era imposible, no dejaban de tener sus dudas al respecto.

-Creí haberte enseñado mejor, ¿sabes?. Me decepcionas -Kenny continuaba susurrando en el oído del cabo-. No debiste entrar en el establo, en una ratonera, sabiendo que estabas rodeado.

Los dos policías militares que no estaban con Eren se colocaron a ambos lados de su jefe, apuntando con sus armas a la zona donde Mikasa y Armin habían arrastrado a Jean para ponerse a cubierto, detrás de un montículo de heno prensado. De vez en cuando intercambiaban algún disparo contra ellos para cubrir la salida de los que trataban de llevar a Eren e Historia hacia el exterior.

Armin permanecía con sus manos sudorosas aferradas al rifle, pero en ningún momento se le ocurrió devolver los disparos. El cabo estaba demasiado comprometido en esa posición y temía que la bala pudiera alcanzarlo a él en lugar de a los otros dos. Intentaba desesperadamente urdir un plan que pudiera sacarlos de allí, pero estaban en clara desventaja, ya que seguramente habían más policías en el exterior.

Ya'aburneeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora