Recuerdos

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La Niebla tiró de Shindou. Quería guiarle por el pasillo, entre la bruma.

—Vamos —dijo, viendo que el capitán tardaba en reaccionar.

Éste se miró a sus compañeros y empezaron a andar todos hacia esa extraña luz. Conforme se acercaban, empezaron a oír voces. Era gente gritando. Era gente animando a alguien. Cuando la luz dejó de cegarles, los tres jugadores abrieron mucho sus ojos.

—Esto... —empezó Nishiki.

—Es el estadio de Mannouzaka —dijo sorprendido Tsurugi.

Pero lo más sorprendente no era eso. Era que estaban allí. Ellos. Los jugadores, compañeros y rivales del sector V. Las asistentes. El entrenador Endou. Todos. Incluso Tsurugi y Shindou estaban allí. Aquello debía de formar parte de la mente de Kirino, pues Shindou se estaba mirando a sí mismo ir hacia el banquillo. Era el inicio de la media parte del partido que empezó la revolución del Raimon.

—¡Es una oportunidad de oro de ver en directo cómo ganasteis! —exclamó Nishiki, más animado.

—Entonces no me mires —dijo con voz lastimera Tsurugi. Podía verse a él mismo congeniando aún con los del sector V, aquellos matones que solamente querían acabar con las esperanzas de la gente, ya no sólo el fútbol. ¿Cómo podía haber estado con ellos cuando le estaban chantajeando con la salud de su hermano?

Shindou tenía su propia distracción. Mientras sus amigos se miraban el campo, la Niebla había seguido caminando hacia el banquillo del Raimon.

—¡Oye, podemos atravesar a esta gente como si fuéramos fantasmas! —volvió a exclamar Nishiki, que estaba en su modo de explorador. Shindou se giró para ver como atravesaba el banquillo del equipo rival y luego daba marcha atrás.

Cuando el capitán volvió su vista al frente, estaba al lado de la Niebla. Se estaba mirando a sí mismo, arrodillado, cuidándose del pie de Kirino. Le estaba asegurando que llevarían a cabo la revolución aunque el resto de sus compañeros no quisieran unirse. Al Shindou real le vino a la cabeza el sueño, por un segundo, y desvió la mirada, algo incómodo.

—No te mires —le reprochó la Niebla—. Mira a Kirino.

Estaba serio. Pero su mirada era sincera, firme. Confiaba en su capitán. Cuando pasó en la realidad no se dio cuenta, pero mientras Shindou hablaba, Kirino sonrió. Fue casi imperceptible, pero lo hizo. Además, había aprovechado un momento en el que el Shindou del recuerdo no le miraba a la cara.

—Me sonrió...

—Cuidaste de él. Te aseguraste de que estuviera bien, y le prometiste solamente a él algo que era para todos —explico la Niebla, de forma inexpresiva.

La cara de Kirino sonriendo últimamente era muy escasa. Por algún motivo, se le quedó grabada en la cabeza. Le parecía sencillamente adorable, de algún modo que no conseguía entender.

—Capitán —le alertó Tsurugi. Nishiki también estaba allí—. Nunca hemos dudado de tu criterio. Siempre has hecho lo que mejor creías para todos. Pero ahora no se trata de todos. Se trata de ti y de Kirino.

—No sabía que tuvieras un corazón tan blandito, señor Seed —le replicó mordazmente Nishiki—. ¿No será que te lo han ablandado?

Tsurugi chistó, se cruzó de brazos y cerró los ojos algo mosqueado. Los otros dos jugadores rieron por su actitud. Era un clásico del delantero.

De todas formas, todo al alrededor de Shindou le estaba diciendo que era hora de buscar en sus sentimientos y solucionar ese problema. Aunque le preocupaba que la Niebla no le dejara, pues parecía que sencillamente le estaba atormentando con los recuerdos de ambos solamente para sentirse culpable de no haberse dado cuenta antes de las cosas que pasaban delante de sus narices.

La Niebla volvió a agarrar la mano de Shindou, o casi la muñeca, para guiarles de nuevo al pasillo. Cuando tuvo la atención de los tres, volvieron por donde habían venido. Nada más verse envueltos en la bruma de nuevo, aparecieron en el centro de reuniones. Pero no estaba vacío. Volvía a tratarse de un recuerdo. Estaba lleno de gente del antiguo equipo.

—¿Qué pasa aquí? —preguntó Nishiki. Tsurugi tampoco lo sabía muy bien, aunque lo había provocado.

—Esto es lo que pasó cuando Tsurugi llegó.

Éste no dijo nada, solamente vio, desde su sitio habitual en la pared (que por una vez también estaban Shindou, la Niebla y Nishiki), cómo los jugadores discutían con el capitán y poco a poco se iban. El Shindou de entonces solamente aceptaba las bajas con una sonrisa melancólica mientras la mayoría se iba. Cuando hubo una pausa, la Niebla arrastró de nuevo a Shindou hasta su doble y señaló a Kirino. Él también sonreía. Pero era para animarle. Era el único de la sala que lo hacía. Y hablaba. Ese Shindou no le hizo mucho caso entonces, pero el de verdad vio cómo lo decía.

En ese momento, el Tenma del recuerdo apareció, con Shinsuke detrás. La Niebla dejó de hacer caso de la escena, pero conforme Tenma probaba de convencer a los ya exjugadores para que se quedaran, Tsurugi, que estaba cerca, abría más los ojos. Él sabía que Tenma había iniciado la revolución, pero no se esperó que luchara de esa manera, a contracorriente de todos los jugadores. Esa vez era Tsurugi el impresionado.

Pero la escena se deshizo a medias. Los personajes desaparecieron, la niebla volvió por un instante y, cuando desapareció, la figura falsa de Kirino lo hizo con ésta. Nishiki, Shindou y un Tsurugi sorprendido se quedaron solos... en el centro de reuniones. No se habían llegado a mover, o eso creyó el capitán.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Nishiki.

—No sabemos si ha aparecido aquí alguien más —dijo Shindou con una mano revolviendo su pelo, como pensando.

—Ni si la Niebla dice la verdad, sea cual sea. Y tampoco sabemos cómo encontrar a Kirino, el de verdad. ¿Qué habrá pasado con él?

Se quedaron en silencio. Shindou recordó la sonrisa de la Niebla cuando él reaccionó con ese bote. Había sido un momento muy extraño, pero también agradable. De nuevo recordó el sueño, cómo se cuidaba de Kirino, cómo se acariciaban, era todo tan distinto a la realidad... Quizás lo que debían hacer era buscar en su mansión. Era un sitio por el que empezar, aunque era una posibilidad muy remota. Si Kirino quería estar con él...

Unos pasos apresurados hacia el centro distrajeron a los tres jugadores. Alguien iba corriendo. La puerta se abrió automáticamente ante su presencia.

—¡Chicos! ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estamos? ¡Necesito ayuda!

—¡¿Tenma?!

4,3

The Mist [Inazuma Eleven Go - Shindou x Kirino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora