La Niebla y Shindou aparecieron delante de la mansión, dejando un poco atrás la bruma.
—¡Shindou!— Estaban todos allí. Tenma le vio primero y avisó al resto con su grito—. ¿Cómo estás? ¿Qué te ha hecho?
—Nada. Es un amigo.
—¿Amigo? —se burló Tsurugi—. Has estado desaparecido durante días.
Shindou miró a la Niebla bastante molesto.
—Uno no puede descubrir que ama a alguien solamente con un par de comentarios. Es ridículo —se defendió—. Has pasado días conmigo, pero lo he acelerado un poco.
Todos se quedaron en silencio, aunque Shindou era el único que no miraba a la Niebla de forma desconfiada.
—Da igual, ya está aquí, ¿verdad? —saltó Tenma, experto en vivir el presente—. Pues vamos a por Kirino, ¿a qué esperamos?
Shindou se miró su casa cuando nadie respondió al chico. Era... enorme. Era como si hubiera crecido en ese mundo alterno, era como un rascacielos. Bueno, no tan alto, pero podría haber triplicado su altura perfectamente. El tejado no se veía, había un montón de nubes negras que lo rodeaban. Probablemente era donde el Dolor (ya puestos a poner nombres) de Kirino lanzaba sus rayos, buscando a Shindou.
—¿Habéis probado de entrar? —preguntó el capitán.
—No podemos. Cada vez que lo probamos, un rayo cae justo delante de la puerta y nos tira al suelo.
—Necesitaréis mi ayuda para eso —dijo la Niebla—. Os cubriré con mi bruma para que podáis abriros paso. Hay algo más. Como todo en este mundo de Kirino, la casa de Shindou está deformada. No sé qué os podéis encontrar, pero allí dentro yo no puedo pasar. Solo me puedo quedar en los alrededores.
Entonces se puso delante de la verja principal y un rayo cayó directamente sobre ella.
—¡Niebla!
—Tranquilos.
El rayo permitió a la Niebla crear un escudo brumoso que fue expandiéndose hasta que absorbió la verja y a todos los compañeros de Kirino.
—Es gracias a los rayos que me puedo mover libremente por este mundo a mucha velocidad —explicó—. Su electricidad es inmune contra mí. Además, los rayos me consideran su aliado.
Los rayos y truenos empezaron a sonar más lejanos y a la vez como si estuvieran retumbando en una sala insonorizada no muy efectiva.
—Voy a abrir —dijo Shindou, poniéndose a la par que la Niebla.
Siempre llevaba las llaves de casa encima por si ocurría algo. Pero ese era el mundo de Kirino. Las llaves no encajaban con la verja.
—Vas a necesitar algo muy tuyo para abrirla —comentó la Niebla.
Shindou pensó en Kirino. En cómo debía de estar sufriendo. Y en él, porque quería solucionarlo. "Kirino. Te he venido a buscar", pensó. Justo después, la puerta hizo un chasquido y se abrió unos centímetros.
—Vamos.
Todos se movieron en silencio hacia la puerta principal. Por el camino iban mirando el suelo. Estaba casi carbonizado de tantos rayos que habían impactado allí.
Cuando llegaron a la puerta, los rayos se intensificaron. Caían muchos más y se oían también. El Dolor de Kirino sabía que estaban allí, que habían burlado las defensas de la verja.
—Cuando estéis dentro estaréis seguros —les aseguró la Niebla. Es como si Kirino no tuviera acceso a la mansión, por lo menos en la mayor parte.
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The Mist [Inazuma Eleven Go - Shindou x Kirino]
Fanfiction"No me oyes. No me ves. Me miras y me sonríes. Pero no vas más allá. No me queda más remedio que desaparecer". Este fic está ambientado al alrededor de la habilidad especial de Kirino, The Mist, que tiene un papel principal en la historia (en divers...