La Misión

Día 1. Con el Sol

24 de Diciembre de 1938

El viento helado le golpeaba el rostro a gran velocidad, mientras intentaba sujetarse desesperadamente. No podía ver bien debido a esas ráfagas gélidas, pero de pronto pudo distinguir a Steve frente a él, éste le tendía la mano e intentaba acercarse un poco más a él. La barra a la que se sostenía se venció, y entonces, perdió a Steve. Lo vio alejarse, hacerse más pequeño a medida que él caía vertiginosamente a un vacío blanco. Cuando alcanzó las copas de los arboles intento sujetarse y aminorar la caída. Sintió un dolor abrumador en el brazo izquierdo, seguido de un golpe violento contra el suelo cubierto de nieve.

—¡Bucky!

Escuchó a lo lejos y levantó el rostro. Vio sombras alargadas a su alrededor, decían cosas que él no podía entender.

—¡Bucky!

Las sombras lo arrastraron por la nieve. Tal vez era el frío, pero no sentía su cuerpo, excepto el dolor punzante en su brazo.

—¡Bucky!

El soldado del invierno dio un respingo. Se incorporó violentamente de la cama y se dio cuenta que corría por su espalda un hilo de sudor frío. Tragó saliva y cerró los ojos fuertemente por un par de segundos.

—Bucky...—sintió un toque cauteloso sobre su hombro, así que giró el rostro hacia dónde provenía. Steve estaba sentado en la cama, al igual que él, y lo miraba preocupado—Era sólo una pesadilla.

Bucky lo miró, sacudió la cabeza y la hundió entre sus manos.

—Fue una interferencia.

—¿Qué es eso?

No contestó, se apretó las sienes con las palmas de las manos. Necesitaba el bloqueo, pero aún temblaba tanto que no creía ser capaz de ponerse de pie y buscar sus cosas sin tambalearse. Steve lo miró mordiéndose el labio inferior con preocupación. No sabía qué hacer, no sabía cómo confortarlo, se había dado cuenta desde el impulsivo abrazo que le dio, que Bucky no reaccionaba al contacto físico como antes. Se inclinó hacia él, sin tocarlo, sólo para intentar hacerse presente y que Bucky desviará su atención del recuerdo del sueño.

—Hey, todo está bien —le dijo—. Tranquilo, ya pasó. Aquello que te haya lastimado, no está aquí.

Era verdad, se dijo Bucky, al tiempo que bajaba los brazos a sus costados y miraba a Steve un poco descolocado. Ellos no estaban ahí, no importaba si tenía una, dos o tres interferencias. Además, esa última había contenido la imagen de Steve, lo que significaba que él era más que sólo un blanco. Respiró profundamente, su vista se desvió hacia las manos de Steve y sujetó una con las propias. La miró por todos lados, como si la estuviera analizando.

—Casi te alcanzo—dijo con voz ronca, tenía la garganta seca—, solo un poco más y lo habría logrado.

Steve no dijo nada, puesto que no entendía a que venían esas palabras. Tampoco preguntó, porque se dio cuenta que Bucky no quería ser interrogado, seguía a la mitad, entre su sueño y la realidad. Sólo le dio la libertad y el espacio para recuperarse, y hacer lo que considerara mejor. Después de unos minutos, cuando Bucky recobró su serenidad y seriedad, lo soltó.

El Sol proyectaba unos cuantos rayos cálidos al interior de la habitación. Steve buscó con la mirada el reloj y de un saltó se puso de pie. Bucky lo miró intrigado.

—Bucky, tenemos que ir de compras—dijo y con ello dio un giro al tema.

—¿De compras?

—No pensaba hacer nada para Navidad, pero ya que estás aquí... los planes cambian —explicó al tiempo que se quitaba el pijama con premura y luego, buscaba ropa limpia.