Extra.

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25 de Diciembre de 20...

Steve saltaba en la cama y cada vez que lo hacía, Bucky rebotaba en el colchón. Un poco aturdido y medio dormido, le sujetó el tobillo y lo hizo caer en la cama. Steve, lejos de reclamarle, rio. Bucky lo había visto, mientras se tallaba los ojos y amagaba un bostezo. Lo vio reír, vio su rostro iluminado por la alegría, vio su cabello despeinado; y se sintió atraído por él, como por un imán. Se inclinó poco a poco hasta alcanzar su boca y besarlo. Steve había sonreído y había preguntado si ese era su regalo de navidad.

Bucky despertó de ese momento. No sabía cómo identificar ese sueño. No era una pesadilla, pero para ser un recuerdo estaba un poco discorde en el tiempo. Pero no le importó, había sido bueno.

Se estiró en la cama y se giró lentamente para abrazar la espalda de Steve. Apoyó la mejilla en su omoplato desnudo y aspiró su aroma directamente de su piel. Sonrió, le besó el hombro y siguió la línea de éste hasta el cuello; después, le mordió suavemente el lóbulo de la oreja.

—Feliz Navidad, Steve—murmuró y éste se removió en la cama, hizo un mohín y despertó.

—Feliz Navidad, Bucky—respondió al tiempo que se giraba lentamente.

Cuando lo tuvo al alcance, Bucky atrajo su rostro y le besó en los labios con tranquilidad. Esa era su primera navidad juntos después de tanto tiempo. La primera navidad que pasaban como una pareja consolidada. No podían decir que la paz era completa, pero al menos la amenaza más grande había sido repelida con éxito y podían disfrutar de esos momentos de total serenidad.

—Tuve un sueño extraño—dijo Steve cuando sus labios se separaron y Bucky hundía la nariz entre su cuello y hombro, dejando besos esparcidos en el camino—. Celebrábamos Navidad. Teníamos un árbol pequeño; yo hice la cena, mientras tú habías ido por el ponche con la señora March.

—¿Ah, sí?

—Sí, y jugábamos poker mientras la comida estaba.

—¿Y quién ganaba?

—Bucky, no me estás escuchando.

—Claro que sí—Bucky levantó el rostro y le miró a los ojos—. Es sólo que eso no tiene nada de extraño.

—Era extraño porque eras tú, con tu brazo de metal y todo... y era yo, antes del programa.

Bucky frunció el ceño.

—Qué curioso—murmuró—, tuve un sueño parecido.

—¿En serio?

Bucky asintió y ambos se miraron en un dialogo silente. Era bastante curioso, más que eso, se sentía como si hubieran olvidado algo. A Bucky esa sensación le disgustaba hasta el desgaste, así que decidió que no se preocuparía, es más, la haría huir de él.

—No pienses—dijo y al hacerlo apartó las sabanas, y trepó al regazó de Steve. Se sentó a horcajadas en su pelvis y se inclinó para besarlo—, y no te muevas—le murmuró sobre los labios y sonrió, al verlo sonreír.

Movió lentamente su cadera y sintió como la erección de Steve se despertaba. La sensación era caliente y excitante, al grado de despertar la suya. Steve obedeció la orden dada por Bucky, pero le pidió con un gesto y sin palabras, que se incorporara y diera la vuelta. Bucky le miró traviesamente y se mordió el labio inferior antes de ser él, ahora, quién obedeciera. Se giró, y de esa manera pudo sujetar la erección de su amante; deslizar su lengua por el tallo grueso, caliente y palpitante; y al mismo tiempo, sentir a Steve sujetarle los muslos y la deliciosa mordida de sus dientes en sus testículos; y después, a sus manos abriendo sus nalgas, sus dedos humedecidos deslizarse en su interior. Mientras él se empapaba la garganta del sabor amargo de presemen.

La MisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora