Llegamos a casa. Aparco la moto enfrente. Daniela se pasa media hora intentando desabrocharse el casco. Esta niña me desespera.
¡¿QUIÉN COÑO NO SABE ABROCHARSE Y DESABROCHARSE UN PUÑETERO CASCO?!
Ella.
Para que no me toque más los huevos, voy y se lo desabrocho yo.
- Gracias, pero puedo yo sola - dijo con una sonrisa cínica en los labios.
Como la odio.
- Claro que sí, sigue en tus mundos de yupi, que tu felicidad va a acabar pronto - respondo frío.
Abro la puerta y en cuanto cierra, decido acercarme a ella, negándole el paso a cualquier estancia
de la casa.
- ¿Quién te has creído que eres para dejarme a medias niñata? - digo amenazante.
- ¿Qué te ha hecho pensar que era otra más de esas zorras con las que te lías Mario? - me
contesta.
No podía negarlo, todas eran unas ligeras de cascos que con tal de verse en la cama de cualquiera,
hacían todo lo posible.
- Primero, un respeto a Laura, te recuerdo que ella es mi novia, y segundo, parecías una de ellas
cuando me besabas - sabía que con esas palabras me había pasado, y más al dirigirme a ella, pero
no me importó lo más mínimo.
- Ni siquiera tú la respetas, ¿cómo quieres que alguien la respete?, le pones los cuernos cada cinco
segundos.
Ya estaba que echaba humo por las orejas.
- ¡Te callas la puta boca porque no tienes derecho a juzgarla, ni siquiera la conoces! -chillé
chocando nuestras frentes.
- No diría nada si tal vez tú no estuvieras besándola todo el día delante de mis narices -una
lágrima recorrió su rostro - ahora, déjame Mario, me gustaría...
- Cállate - le corté.
- No me da la...
- Cállate o no podré controlarme.
*Narra Daniela*
- Cállate o no podré controlarme.
¡¿Acaso se le había ocurrido ponerme la mano encima?! Que ni se le ocurriera porque si no se
entera.
- Como se te ocurra ponerme una mano encima te juro que...
Me besó. Sus labios fríos pero suaves, se movían apasionadamente sobre los míos. Me sorprende
ver como nuestros labios encajan a la perfección. Sabían a fresa.
Sus manos bajaron lentamente hasta mi cintura, y las mías, hasta su cuello.
A medio beso sonrió. Como amo que haga eso.
- Te dije que no podría controlarme - dijo entre besos.
Me cogió y me subió hasta su cuarto. Me tumbó delicadamente sobre la cama, y cuando menos
me lo esperaba, se separó de mí, dejándome allí sola, y cortada.
Se acercó a la puerta, la abrió, y mientras salía pronunció aquellas palabras.
- Tienes que aprender a no dejar a medias algo que tenía que pasar - dijo, me guiñó un ojo y cerró
con llave.
- ¡MARIO, ESTAS LOCO, ABRE YA, NO TIENE GRACIA!
- Estarás ahí hasta que yo decida, y no hagas ninguna tontería - contestó tras la puerta -pero, ¿qué
te duele más, estar encerrada o haberte quedado a medias?
Sabía que quería oírme decir lo segundo, y no le daría ese placer.
- Me duele que me gustes tanto y seas a la vez tan repugnante Mario.
*Narra Mario*
Esas palabras, esas jodidas palabras...
-Yo también te quiero- dije mas para mí que para ella. No podía oírme decir aquello.
Estoy con Laura, sí, pero yo prefiero a Dani.
Cuando besó a David, cogí a Laura por despecho y para darle más celos. No debí hacerlo desde un principio, pero mi orgullo es superior a cualquier persona.
Aún así, tiene que aprender a comportarse, y si hace falta que le encierre por el resto de su vida, lo haré.
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HERMANASTROS
Teen FictionEl amor aparece cuando menos lo esperas, y para Daniela, no será diferente; pero no espera de quién se enamora. Esta es la historia de Daniela y Mario.