Segunda sesión.

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Algo había cambiado, desperté con ánimos y extrañamente me dirigí hacia la cocina. La nevera aun estaba vacía y me reí de mí mismo por creer que se abastecería sola como por arte de magia. Encontré un paquete de galletas integrales en la alacena. Tomé una y la saboreé, aunque eso fue más que suficiente, no me quise arriesgar. Aun no confío en mi cuerpo.

El sábado, mi día libre, solo esperé a que diera la hora para dirigirme a la clínica. Puse el estéreo a todo volumen y las canciones variaban desde Evanescence hasta Bruno Mars. 

Al momento de vestirme puse más atención en cómo me arreglé y me sentí ligeramente ridículo por la idea de que quería lucir bien para mi psicólogo. Aún le temo a los espejos así que no me digné a verme en uno para verificar si mi combinación de prendas hacía juego. Coloqué un poco de maquillaje para esconder mis ojeras, opté por ponerme una tenue loción y me dirigí a mi cita.

En la sala, me senté en el mismo lugar que ayer. Esta vez llegué después del doctor, que había perfumado el lugar con incienso. Recordándome mi antiguo hogar, Tailandia. Sin duda, era una mezcla de emociones tanto nostálgicas como dolorosas, sobre todo dolorosas. Mis padres, adinerados y respetados en nuestra comunidad me había desheredado de todos los bienes y tachado de no ser parte de la familia cuando descubrieron mi orientación sexual. Huí a Corea con el poco dinero que me quedaba. Mi meta era llegar a América pero no tenía suficiente fondos y muy dentro de mí, tampoco quería alejarme demasiado de lo que aún llamaba: familia. 

Y recuerdo cómo la vida se ha esmerado en hacerme lamentable.

Empezamos con la plática y esta vez fue algo más informal. Él muchacho me pidió que lo llamara por su nombre y así fue. YoungHo me empezó a contar de su vida y lo difícil que fue llegar hasta el punto en la que se encontraba. Obtuvo los mejores puntajes de su facultad y por ello logró todo en poco tiempo siendo uno de los más jóvenes en graduarse. Descubrí que le gustan los deportes pero en secreto es muy buen bailarín, le encantan las películas de acción aunque todos los domingos por la noche, ve una de romance. Me declaró que es fanático de la moda y seguidamente, me hizo un cumplido respecto de mi aspecto de hoy: "Te vez muy bien Chittaphon". Me fue inevitable detener el rubor de mi rostro que se expandía sin control y es que escucharlo pronunciar mi nombre, fue extasiante. 

Me estoy enamorando.

Quise contarle de mí, pero realmente nada de eso es interesante. Solo le pude revelar que mi sueño frustrado es ser un bailarín profesional. 

Creo que excedimos el tiempo de la cita, ni él ni yo nos dimos cuenta lo rápido que se pasó el tiempo. "¿Te comiste el caramelo que te dí ayer?", me preguntó enarcando una ceja. Le mentí y asentí con la cabeza. Sus ojos llenos de brillo por la confirmación me hicieron sentir culpable, se fue de prisa y regresó para posarme otro caramelo sobre la mano. "También quería pedirte tu número de teléfono y darte el mío, por si se te ofrece algo". No suelo usar mi celular pero sin pensarlo escribí los dígitos en un papel y se lo entregué.

Salí del lugar y esta vez, sí comí el dulce. 

Salvación. //NCT~ JohnTenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora