Salvación. //NCT~ JohnTen

Primera sesión.

Nos quedamos un largo tiempo sin decir nada, se encontraba sentado frente a mí, leyendo unos documentos, y allí aproveché para admirar cada uno de los detalles en él. Estaba completamente perdido en su cuerpo, piel, manos... hasta que al fin empezó a formular algunas preguntas. Por mi suerte eran sencillas, con respuestas rápidas de "sí" o "no". Al terminar con la interrogación cruzó su pierna sobre la otra y posó su mirada atenta sobre mí. Ni siquiera se la podía devolver, mis manos empezaban a sudar y mi corazón latía deprisa. No me gustaba ese silencio, deseaba escuchar su voz por más tiempo y no pasó. 

Sentí tanta presión, de los nervios el que empezó a platicar, fui yo.

Le conté muchas cosas, aunque no con detalles. Me avergonzaba de mí mismo por recalcarme lo patético que fui y en lo que me he convertido. Ni siquiera tengo metas en la vida. 

Esperaba risas de su parte o que me interrumpiera para decir que se cansó de escucharme, aunque allí seguía mirando mi boca para estar atento a cada palabra que pronunciaba. Después de todo es un profesional y sospeché que su silencio fue totalmente a propósito para que yo hablara y caí en su pequeña trampa.

Pasadas las dos horas, cerró su carpeta repleta de papeles las cuales había llenado de apuntes: "hemos terminado por hoy" formuló y amé escuchar esas palabras porque necesitaba huir de allí. Ya me había humillado demasiado. Le pregunté si me recetaría algún tipo de medicamento, pensó un poco para luego alejarse unos segundos. "Abre la mano" me ordenó con un tono plácido, dulce como chocolate líquido. Obedecí y sobre mi palma apareció un pequeño caramelo. No entendía qué pretendía con eso y al mirarlo para saber el significado solo me regaló otra sonrisa. Tan grande que sus ojos estaban cerrados y podía notar la fila de sus dientes blancos y perfecto, enmarcados por sus labios finos, rosados y maravillosos.

Ya no quería irme de aquí, porque necesitaba admirarlo aun más. 

Esa noche, anhelé mi siguiente encuentro con aquel muchacho, dormí con el caramelo entre mis dedos y no lo solté en ningún momento.