2| Nuestro Amor Llegó A Su Muerte

2.1K 187 36
                                    

2016

Siete años después, una Hermione Granger de 36 años, sentada en unos de los sofás beige de la sala junto a sus pequeños hijos de 10 años, esperaban la llegada de Draco.

— ¿Tendrás una cita, mamá? — preguntó Antares

La pequeña era toda una Malfoy: cabello largo y rubio, piel pálida y los ojos grises. O sea, era la apariencia con la que había nacido, porque le gustaba experimentar con su físico a veces.

Hermione estaba ataviada con un vestido negro de escote corazón y unos zapatos altos, los cuales resaltaban su figura. El maquillaje apenas era notorio, y aun así lucía bellísima, su cabello estaba recogido en un moño alto y algunos rizos enmarcaban su rostro. No parecía haber estado embarazada nunca, su físico estaba bien trabajado y era demasiado envidiable.

— ¿Un novio, mami? —preguntó Scorpius, su cabello era rizado y rubio, los ojos grises y la piel pálida. A él le gustaba demostrar que era un Malfoy, y pocas veces cambiaba de apariencia, solo cuando tenía que exteriorizar sus emociones.

— Saldré con un amigo — respondió a ambos pequeños. — es una cena con algunos ex compañeros de la escuela.

— ¿El tío Harry también irá? — preguntó Scorpius.

Ambos hermanos nunca le habían conocido un novio a su madre. En cambio su padre había sido portada de "El Profeta" más de una vez y no precisamente por ser un buen mago.

Los gemelos sabían que su padre seguía amando a su madre pero no movía un dedo por recuperarla. Sabían que su madre sólo se mostraba cordial con su padre por ellos. Aunque verlos discutir algunas veces era muy gracioso. Ya que parecían dos cachorros peleando.

— Cuando tenía su edad, yo estudié en una escuela muggle. Así que mis ex compañeros

— ¿Y ahí... Hay un chico especial? — preguntó Antares con curiosidad. — ¿Te gusta alguno, mamá?

—Quizás haya un chico especial. — respondió dubitativa.

— Debemos ver si es bueno, mamá ¿cuándo lo invitarás a casa?.— preguntó Scorpius con curiosidad y algo de celos.

— Sí, cuéntanos cuando vendrá a casa. — Draco había aparecido hace unos 10 segundos y nadie lo había notado hasta que habló. — queremos saber cómo es.

El rubio mayor se oía celoso, sarcástico y molesto.

— Llegas tarde, Draco. — Hermione evitó responder. — llegaré a las 12, y a más tardar a las 10 deben de estar dormidos.

— Chicos vayan a poner la película en mi habitación. — ordenó Draco. — llevaré las palomitas.

La habitación de Draco era la de huéspedes, en la cual se quedaba cuando Hermione tenía trabajo extra en el ministerio y él debía cuidar de sus hijos.

Sus hijos obedecieron, retirándose en medio de juegos a buscar la película.

— Granger, ¿hay otro hombre? — si bien Draco tenía el rostro inexpresivo, sus ojos reflejaban preocupación, casi se podía notar que deseaba que la respuesta fuese negativa.

— Tal vez, pero mis hijos solo sabrán de él si llega a ser algo formal, Malfoy— respondió Hermione — no vayas a meterles ideas a nuestros hijos. Y por favor no les des dulces, porque los tendrás haciendo magia involuntaria hasta que yo haya llegado. Si sucede algo me llamas por teléfono o le dices a Harry que lo haga. — sin decir más Hermione salió de la casa.

Draco se asomó por la ventana y pudo notar que había un coche esperando en la entrada, y apoyado sobre él, había un hombre al cual no lograba distinguir por la oscuridad, al parecer era castaño, Hermione se acercó a él, se saludaron con un beso en la mejilla y luego entraron al coche para luego marcharse.

— Parece que nuestro amor llegó a su muerte... Aunque solo será así, si permito que me cambies por ese muggle. — Draco se dirigió a la cocina a preparar las palomitas.

No valía la pena enojarse, ya que muy pronto, estaría en la cama de Granger otra vez. Por ella, no había pasado ningún otro hombre que no fuese él, eso lo sabía gracias a un detective privado y que él se había encargado de hechizar a unos cuantos pretendientes para alejarlos.

Y este nuevo hombre no le iba a quitar a su mujer, podrían estar divorciados pero aun así ella era suya, ella no estaría con otro hombre que no fuese él. Era claro que no había ningún otro hombre tan atractivo como él. Quizás sólo lo habría si su padre le hubiese sido infiel a su madre pero aquello era como tan cierto como que Voldemort era un hada madrina, apoyando y cuidando princesas.

Sus hijos merecían todo el afecto posible, eran listos e inteligentes. Es más... Ahora él iría a preguntarles sobre qué opinaban de la posible relación de Granger.

Maquiavélico ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora