Capítulo 8

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Capítulo 8

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Capítulo 8

Zack la soltó y la empujó detrás de su espalda.

—No —respondió firmemente.

El hombre tomó una de sus flechas.

—Todas estas, como la anterior, están encantadas, Collins, y si no me entregas el dije, anulará tus poderes. He trabajado en embrujos cada vez más potentes, uno de estos podría destruir ese cuerpo que tienes ahora con solo tocarte.

Zack resopló.

—Eso es solo si puedes tocarme —lo desafió.

El tipo ignoró el comentario y clavó los ojos en Zoey

—Ya me está resultado extraño que incluyas a la niña en el problema, Collins. Pero puede ser una ventaja. —Sonrió y, en vez de apuntar al chico, apuntó con la flecha justo al corazón de la muchacha. Viéndolo de antemano, Zackary tomó a Zoey de las axilas y la corrió del camino antes de que la partiera en dos.

En menos de un segundo, otras tres flechas volaron hacia ellos como rayos. Zackary contuvo los nervios; estaban acorralados contra la reja del colegio y no tenía donde meter a su protegida para salvarla. Así que tomó una decisión desesperada: saltó a las rejas altas del puente con ella en brazos y la miró con un gesto de disculpa.

—¡Lo siento! —dijo y la lanzó al río que apenas se deslizaba en silencio.

Zoey chilló como una loca. El agua helada la cubrió por completo y solo tuvo tiempo de dar una bocanada de aire antes de sumergirse. No pudo evitar tragar líquido, pero luchó con el oleaje nocturno para salir a flote. Insultó a Zack, en su mente, por su estúpida idea, pero tuvo que admitir que había sido, dentro de todo, una buena estrategia. Ahora estaba fuera del alcance del atacante. En medio de la oscuridad, era difícil que consiguiera apuntarle y acertarle.

Apenas estuvo segura de que el agua no se la llevaría, buscó a Zackary con la mirada. Él saltaba por todo el puente y corría por las altas barandas, esquivando las flechas y tratando de acercarse al hombre. Era complicadísimo, porque el tipo era muy rápido; cargaba la ballesta a una velocidad impresionante. Pero, y era un buen punto para ellos, Zack era todavía más veloz y pronto se volvió una imagen borrosa que no pudo seguir.

Preocupada, entonces, por él, por las flechas y a la vez por el río, pues temía que su mala suerte empeorara allí, nadó hasta la orilla, del lado del colegio, donde había medio metro de tierra de altura desde el agua hasta la ribera. Una pequeña complicación. Una vez que llegó, tuvo que luchar para subir. Estaba muy alto y el río en esa época del año estaba muy crecido. Aunque sus pies tocaban el suelo en esa parte, el agua le llegaba por la cintura. Usó sus manos para impulsarse, pero la tierra se deshacía bajo ellas. Suspirando y titiritando de frío, siguió tratando.

En un momento de gloria, logró poner los antebrazos y el pecho sobre la tierra y clavar las botas llenas de agua en el lodo en la ribera. Trepó hasta terminar más embarrada y más sucia de lo que ya estaba por los sedimentos de la correntada. Dejó caer su cuerpo sobre suelo firme y se quedó allí durante unos segundos para recomponerse, tratando de ignorar los gritos de la pelea de Zack y del tipo. Con solo eso ya estaba destruida. Tal vez resultaba que no era tan buena en deportes como creía.

El dije [en Físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora