Un día, saliendo del liceo, tomé un bus con un trayecto más largo a mi casa. Por la hora, se fue prácticamente vacío. Me puse a pensar en tantas cosas... ¿Estaba enamorado de Akira? Sí, él me gustaba mucho, pero... ¿Enamorado? Me gustaba, sí. Me encantaba, sí. Me volvía loco... sí. Pero, ¿así tan rápido? Me parecía imposible. Al final llegué a una conclusión. ¿Y si era pura calentura? ¿Si lo único que quería era que me lo metiera y ya? Porque era más que un beso lo que quería de él, sabía que una vez teniendo sus labios sobre los míos, me iba a volver loco y no iba a ser capaz de controlarme. También sabía que Akira nunca iba a dar el primer paso. Tenía que hacerlo yo. Ese era el mayor obstáculo. Él nunca me había mirado de otra manera, nunca había tenido un gesto insinuante de su parte, y eso me preocupaba. Pero tenía que descubrirlo a toda costa.
Me armo de valor. El viernes había una fiesta, y no me iba a ir hasta tener una probada de esa boca.
Los días pasan rápido, y a mí me comen los nervios. Cuando entro, lo saludo, todo coqueto, y él sonríe, con esa curva que me derrite como colegiala enamorada. Dejo pasar un rato, no quiero ser tan desesperado con el tema. Esa noche no bebo, quiero estar con todos mis sentidos activos para recordar ese beso toda mi puta existencia. En el transcurso del tiempo, no pasan tantas cosas interesantes. Solamente hablamos de cosas de la vida, de qué hicimos en la semana, de cómo es su vida universitaria, de cómo me preparo para comenzar la mía.
En eso, llegan tres tipos a unirse a la conversación. No reparo mucho en ellos, pero son simpáticos y nos hacen reír. Me fijo en uno, es alto, y me mira, y no deja de mirarme. Esa mirada la conozco. Trato de hacerme el tonto, al parecer soy el único que la nota. No me desagrada, pero no es su mirada la que quiero. Aparte, era el primer hombre que me veía de esa forma. Fue raro. Al final me empiezo a incomodar, llega más gente al grupito y aprovecho para decirle a Akira si me puede acompañar.Asiente y nos vamos de ahí.
Subimos al segundo piso, a una de las piezas, y cierro con seguro. No quiero interrupciones. Mis latidos se aceleraron, giro sobre mis talones y lo veo cerca de la ventana, mirándome, se nota que no entiende nada, pero sigue con esa aura de calma que tanto me gusta. Me acerco, y quedamos frente a frente. En la oscuridad del cuarto y con tenue luz que se colaba por el cristal, me pierdo en esos ojos, y él en los míos, a pesar de que no tengan nada en especial; todo lo contrario a los de él. Los mira como nunca nadie los ha apreciado, y noto que traga saliva, quizá nervioso. Su respiración tibia se enreda con la mía, es el único contacto que nos mantiene unidos, hasta que doy un paso hacia adelante, y mi mano descansa sobre su fornido pecho. Suspira, sus manos reposan en mi cintura, y el tiempo se detiene cuando se acerca.
Dije que iba a dar el primer paso, y parezco princesa rescatada de la torre. Se me colorean las mejillas, estoy seguro, porque las siento arder.
Mis ojos se cierran, y el efecto de su boca sobre la mía me enloquece.Son movimientos suaves, como si fuera el primer beso que le da a alguien, pero es experto, sus desplazamientos son seguros y certeros, besa rico y su lengua me estremece cuando roza la mía, que por timidez no se atreve a salir. Soy un manojo de nervios. Él tiene el control, él manda.
Pasan alrededor de treinta segundos, y el beso llega a su fin. Pero yo no estoy conforme... quiero más, necesito otro. Akira se distancia y nos miramos unos segundos más. Lo vuelvo a buscar. Pongo mis manos sobre sus mejillas y me alzo para atrapar sus labios, pero él tiene otros planes. Suavemente toma mis muñecas y aleja mi tacto de su cara. Y me destroza el corazón cuando me mira, y se va.
No atino a nada, ni a darme la vuelta, ni a hablar. Tengo un nudo en la garganta, pero no quiero llorar. Él sigue aquí, sólo que no se va... ¿Por qué? Un minuto después siento que la puerta se cierra, y mis lágrimas de maricona sufrida caen en silencio.
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Joven y Alocado. (REITUKI)
FanfictionUn chico de 17 años, hijo de una familia conservadora y fanática religiosa; ese es Takanori. En plena edad del deseo y la curiosidad sexual, el castaño relatará sus experiencias, las estrictas exigencias de sus padres, y la culpa que le carcome por...