Abrió la puerta revelando una estancia sombría; en el interior solo había una mesa con una silla, en la esquina un librero. Examinó con la mirada el lugar hasta detenerla en una sombra escondida en una de las esquinas, se acercó a ella y se dio cuenta que era su amiga.
— ¡qué bueno que estas aquí! —exclamó Viola saliendo de su escondite y abalanzándose a los brazos de Mérida, que la recibió con cierta incomodidad —. Estoy realmente asustada.
—Tranquila —pidió Mérida manteniendo a la chica cerca de ella —, ya estoy aquí, ¿Qué necesitas de mí? —inquirió la joven.
—Sólo sácame de aquí —Viola suplicaba con lágrimas en los ojos —, llévame contigo.
—Claro —dijo Mérida alejando su cuerpo del de su amiga —, sabes que siempre te voy a ayudar.
—La chica de cabello castaño sonrió emocionada—, gracias.
Mérida se alejó de ella e inspeccionó el lugar. Esperaba encontrar algo fuera de lo normal; su sexto sentido le advertía que algo andaba mal. Sentía cerca una gran fuente de energía mística y ancestral, pero no descubría a ubicar el lugar exacto donde estaba escondido. Llamó su atención que la pared espaldas de Viola tuviera un cuadro de un gran árbol, rodeado por unas esferas que representan otros mundos, un arcoíris que conecta dos de ellos y otros elementos que le parecieron muy interesantes.
— ¿conoces ese árbol? —cuestionó Mérida a la chica castaña parada del otro lado de la estancia, ella giró su rostro para mirar el cuadro y sólo asintió. Mérida suspiró con pesadez —; sin dudar ayudo a las personas que quiero —comentó ella —, pero a ti no.
Viola la miro con incredulidad y no supo cómo responder ante la hostilidad de las palabras de Mérida. Se quedó inmóvil, mirándola fijamente. Al mismo tiempo que la habitación se llenaba de mariposas doradas, se posaban con delicadeza sobre los muebles, otras sobre el cuerpo de Viola. Mérida le dedico una mirada llena de indiferencia y curvó sus labios es una sonrisa irónica.
— ¿creíste que era tonta? —Mérida cuestionó con cólera, Viola iba a responder, pero ella no la dejó —, es mejor que respondas —exigió sin cambiar su expresión ni el tono de voz —. ¿Te enviaron para distraernos?
La chica frente a ella negó, cruzó los brazos sobre su pecho mostrando su negativa a darle una respuesta. Mérida se encogió de hombros.
—No esperabas menos —replicó Mérida —, tú lo pediste.
Al pronunciar esa frase cada mariposa voló en dirección a la chica castaña que fingía ser Viola, cubriendo por completo su cuerpo y con ello liberaron una descarga eléctrica equivalente a los rayos de una tormenta eléctrica; la figura se desvaneció entre gritos de dolor hasta volverse solo una nube de humo.
Mérida salió de aquel lugar y se orientó hacia las escaleras que conducen a la planta alta, donde vislumbró a Viola —la real y no un elfo oscuro usurpando su identidad—, acompañada de Albafica. Una vez reunidos los tres, Viola los llevó a su habitación donde Mérida observó la modesta alcoba de viola, solo estaba la cama, el tocador, junto a la ventana un escritorio y un armario.
Viola parloteaba ansiosa y emocionada porque sus amigos la fueron a ayudar. Mérida ignoró a su amiga, no porque su bienestar no le importara, sino porque una pequeña caja que se hallaba sobre el tocador atrajo su atención. Sin dar se cuenta caminó hacia el mueble y tomó entre sus manos la caja, era tan pequeña que cabía en su mano. La observó curiosa.
— ¿te gusta? —inquirió Viola a espaldas de Mérida, le causó un pequeño sobresalto.
—Es tan pequeña y curiosa —dijo ella devolviendo a su lugar la caja.
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Saint Seiya: Encontrarte {1}
FanfictionUna implacable búsqueda, un inesperado nacimiento, un gran destino para ellas y un enemigo en común. Es por eso que las hermanas deben, no solo enfrentar la mayor amenaza, sino también superar la barrera que la distancia hizo entre ellas y construi...