{CAPÍTULO 20: ENGAÑANDO AL ELFO}

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¡Por fin otro capitulo! sé que me tarde un poco, pero cuando se trata de esta historia, siempre me entra un bloqueo fatal.

bueno, espero que les guste. Dejen sus comentario y votos.

Gracias por la paciencia. Nos leemos en el siguiente.

 Nos leemos en el siguiente

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—Es cansado esperar —pronunció la joven con fastidio, observaba alrededor de la estancia, buscando algo que no encontró.

En lugar casi en ruinas y en completa oscuridad; el techo tenía grandes cuarteaduras que cruzaban por todas partes, dando la impresión de que en cualquier momento se derrumbaría. De las paredes ningún adorno ni nada parecido; las columnas que sostienen y adornan la enorme estancia.

No muy lejos de ahí, Irene trató usar sus habilidades para encontrar a Athena, pero no logró hacerlo porque el lugar carece de alguna otra forma de vida que no sean elfos oscuros, la joven no quiso intentarlo para no alertarlos de su presencia. Minos se recargó contra una enorme roca a la espera que uno de los santos haga lo propio para buscar a su diosa.

Degel hizo uso de su intelecto, mandó a Minos con Irene hacia la parte más desolada del castillo, él y Albafica irían a la torre opuesta para buscar a Athena; llegaron hasta una puerta de madera desgastada, la cual no contaba con vigilancia, se asomaron por la pequeña ventana con rejas que se encontraba en la parte superior de la puerta, solo oscuridad. Dieron marcha atrás, para buscar a sus compañeros.

Mérida seguía esperando en aquel oscuro lugar, en presencia de la misteriosa mujer. La joven sintió una dolorosa punzada en la mano, lo que obligó a que apagara la luz que emitía.

—así está mucho mejor —una voz 'gruñona se escuchó por el recinto, le causó escalofríos a la chica.

—A ustedes sí que les gusta la oscuridad —Mérida camino unos pasos hacia donde supuso que estaba la persona que buscaba. Aún tenía el dolor punzante en su mano.

— ¿a qué has venido? —indagó el hombre, cuya identidad era desconocida —. Una frágil niña —ultimó con burla.

— ¡no soy ninguna niña! —dijo exaltada la joven. Suspiro para calmarse, intentara ser prudente —, yo he venido por Athena.

— ¿cómo han llegado aquí? —el hombre que usaba la oscuridad para ocultar su identidad preguntó.

—Con esto —contestó la chica mostrando la espada llameante. Dicha arma fue reconocida de inmediato por aquel hombre —. Estoy segura de que se te hace conocida, sé que se llama Crepúsculo.

Hasta ese instante todo era oscuridad, pero el lugar fue iluminado por la llama de la espada que Mérida portaba, con ello pudo ver al hombre de cabello rubio y blanco, sus ojos son de diferente color, el ojo izquierdo no tiene ni iris ni pupila visible, el ojo derecho tiene color azul y la piel de su rostro es la parte izquierda negra, la parte derecha roja, en su rostro una gran sonrisa. A su lado estaba la mujer con quien antes había cruzados unas breves palabras.

Saint Seiya: Encontrarte  {1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora