Primer café

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La jornada laboral no siempre empieza de la mejor manera, pero eso no importa, tengo cuentas que pagar a demás de mis estudios universitarios.

No me malinterpreten, a veces me río de mí mismo, soy solo un hombre al cual le pasa de todo.

Mi mejor amigo me llama alíen, solo porque cosas extrañas y de proporciones ridículas me suceden.

Pero no me quejo, para mí es solo pérdida de tiempo llorar por cosas que sé son temporales.

Así que solo sonrío, si hay lágrimas que secar, las seco y levanto la cabeza.

Por desgracia no siempre es tan poética mi vida...

Un estruendoso ruido de tazas
estrellándose contra el suelo
y haciendose pedacitos, hizo que
todas las miradas se centraran en mí
-Ups- fué la única sílaba
que salió de mi boca, soy todo
un erudito, ¡Oro pulido!,
nótese el sarcasmo con el que me hablo a mí mismo...

-¡Liam!- casi muero de diabetes en 
ese instante, la bruja de mi jefa estaba
gritando a mi espalda y yo, como un
buen chico atlético, me quedé
estático mirándola como idiota y mudo.

La bruja casi me golpea con un trapo
que tenía en la mano, agitándolo en
mi cara -¡Pero muévete muchacho,
mira el desastre que has hecho!- su cara
roja como tomate, parecía que iba a estallar
-Aunque sea tu primer día de trabajo, todo
lo que rompiste saldrá de tu paga-

Finalmente me acordé de cómo funcionaba
mi cuerpo y me incliné para levantar los
trozos de todo lo que rompí -¡Muévete
niño!- me gritaba la doña amargada a mi lado, ¿Qué está ciega que no puede ver que ya estoy limpiando?

Por si fuera poco, me corté un dedo -¡Ouch!-
alcé mi dedo para meterlo en mi boca, intentando contener la diminuta hemorragia, soy
todo un experto en primeros auxilios y seguridad, ¿verdad?.

Me apresuré a poner los trozos
de las tazas que rompí, en
la bandeja en mi mano;
cuando estuve de pie,
vi a un chico lindo riéndose de mi,
"Mi suerte no puede ser peor";
caminé a toda prisa, quisiera poder
volverme invisible... Quisiera...

-¡Cuidado!- gritó la rubia que
atiende la barra...

-¿Qué?- pregunte sin detenerme en 
mi escape y choqué con
algo regordete y blandito...
Era mi jefa, alias "La bruja"
la bandeja volvió a regresar
al suelo con todo lo que ya
había recogido
-¡LIAAAAAM!-







-¿Cómo que los accionistas cerraron
la cuenta?- golpee el volante de mi
lujoso automóvil con la ira 
recorriéndome la sangre,
no entiendo cómo es que estoy
rodeado de tanta gente inepta
-Escúchame bien Josefa, me
localizas a esos accionistas en cinco
jodidos minutos ¡O considérate
despedida!- le colgué el teléfono,
esa tonta mujer tiene que saber
que en mi empresa, el que no
trabaje bien, se larga...

Soy Uriel Hinojosa Castillo, como verán, ser eficiente es mi prioridad.

Y no me gusta perder.

Mi hermano Urias y los que me conocen saben que a veces suelo ser controlador y malhumorado, pero para mí el control es poder, es seguridad, lo cual se traduce en dinero.

-Uriel, son las siete y media de la mañana, 
tu amargocidad me estresa tan temprano-
mi hermano Urias, siempre el
sabelotodo relajado quejándose de mí.

-Si Josefa no fuera tan tonta,
no tendría que enojarme tan pronto-
mi hermano gemelo rodó sus ojos
en hastío.

-Eres un neurótico- me gruñó.
Derrapé sobre el asfalto, estacionándome
bruscamente en la cafetería a la que iba
todos los días, sin mi café de la 
mañana, asesinaría al primer inepto
que se me cruzara enfrente; bajé del auto
furioso y antes de azotar la puerta le
dije a mi hermano -Aunque solo tengamos 30 años, somos los dueños de 
esta empresa Urias, tienes que 
aprender a mandar, y esperame un momento que voy por mí café- azoté
la puerta sin escuchar lo que 
me respondió.

Entre rápido, tengo mucha prisa, la
bella rubia que siempre me atiende,
la que siempre me tiene mi café listo,
estaba atendiendo a una mujer
regordeta que señalaba enojada a 
un guiñapo que se veía torpe 
y lo peor... Lento.

Llegué a la barra y el muchachillo
me miró asustado, yo lo miré
molesto, su aspecto solo me hizo enfadar aún más yo
quería ver a la rubia no a este mocoso.

-Bue...nos días- tartamudeó el enclenque
frente a mí-¿Puedo to...tomar su orden?-
me preguntó.

Lo seguí mirando con ira, esto era 
lo único que me faltaba, que mi café
no estuviera listo por culpa de este
mocoso. La rubia pareció darse cuenta
de mi presencia y corrió al lado del
chico, "Liam" escuché que lo llamó la encargada, mientras el guiñapito con manos temblorosas tomó mi café y él se acercó de nuevo
hasta mi para dármelo -A...quí ti...tiene
su pedido- cuando lo tuve al alcance
casi se lo arrebaté de las manos,
estampé un billete en la barra y me
di la media vuelta. Salí de allí.











Mi hermano entró en la cafetería ostentosa y muy de moda, para nada era mi estilo, así que yo solo me límite a esperarlo.

Soy la parte opuesta de mí hermano gemelo. Por desgracia somos como dos gotas de agua pero con sabor diferente.

Soy Urias Hinojosa Castillo. Mi personalidad es mas relajada, mas humana, pues a diferencia del tirano de mi hermano Uriel, yo disfruto de cosas sencillas.

Yo solo vi cuando Uriel entró al auto más enojado
que cuando se bajó a comprar
su dichoso café -¿Y ahora qué
rayos te pasa?- espeté al verlo
gruñir y arrancar el automóvil
como si nos viniera siguiendo una
patrulla o el fin del mundo.

-Un inepto muchachito nuevo atiende
en el café ahora- Uriel estaba tan
molesto, que parecía irracional.

-Te he dicho que tu mal humor solo
nos causa problemas- suspiré -Pobre
chico, si es nuevo, por tu culpa ha de 
querer renunciar a ese trabajo-

Me sorprendí cuando el amargado
de mi hermano gemelo sonrió
de lado -Mejor si renuncia, así
me dará mi café la rubia que me encanta y que quisiera coger-

Mejor miré por la ventana -A veces
quisiera que tuvieras un gramo de 
empatía por la pobre gente a la
que asustas-

-Urias, yo no tengo la culpa de 
que quiten a mi rubia y pongan
a un niño bonito a atender 
la barra-

Eso captó completamente mi atención
y volví a mirarle -¿Dijiste "Niño bonito"?-

Uriel se encogió de hombros -Fué solo
una expresión Urias, a mi me gustan
las mujeres, qué voy a saber yo, sobre
si el tipo era bonito o no-

Ya no respondí nada y miré de nuevo
por la ventana del auto, perdiéndome en
mis pensamientos, estoy tan rodeado de
chicas todo el tiempo, tan estresado en
ocultar mis reales preferencias sexuales...
Que tal vez, ya es hora de hacer algo 
nuevo... Creo que voy a tener que ir
a comprarme un café.

Todo por un café.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora