Capítulo 2

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— Marinette, ¿Qué te ha pasado?

— La cosa más maravillosa del mundo entero. — Suspiró, enamorada. — Alya, lo amo.

— ¿Por fin le declaraste tu amor a Adrien? — La morena le miró perpleja, estaba realmente sorprendida. — ¿No es una broma, verdad?

— ¿Qué? ¿Adrien? — Negó con una mueca en el rostro. — No, yo me refiero a Gabriel. — Sus ojos brillaron. — Alya... ¡lo besé!

— ¿¡Qué!? — Su amiga la apartó a un salón vacío. — ¡¿Besaste a Gabriel?! ¿Ese Gabriel?

— Oh por favor... ya pasamos por esto. — Murmuró revirando los ojos, Alya la tomó con brusquedad de los hombros.

— Marinette, escúchame. — La miró fijamente. — Ese Gabriel puede ser tu padre, es demasiado mayor para ti.

— ¿En verdad me estás juzgando por esto? ¡Alya! Entiéndeme... no puedo vivir sin él.... Me he enamorado de verdad. — Insistió, sonriéndole. — Lo de Adrien fue solo un crush de preparatoria, pero él... admiro de sobremanera su trabajo, su persona... Alya, amo a Gabriel Agreste.

— Marinette...

— Además, sabes lo que los chicos comentaban de mi abuela. — Hizo una mueca de asco. — Y ahí nadie dijo nada malo... Solo te pido tu apoyo, como mejor amiga, eso es todo.

— Quiero creer que esto no es nada más que pasajero, no puedes amar a alguien... tan viejo. Pero, aunque no lo apruebe, lo respeto... por ti, sabes que eres mi mejor amiga y cuentas para lo que sea conmigo. — La miró recelosa. — Pero no me interesa lo que hagan ustedes dos si no es para subirlo a tu blog.

— ¡Mentirosa! ¿Segura que no quieres que te diga cómo besa? — Comenzaron a reírse juntas. — Sí, al principio no me correspondió, diría que quedó asustado pero después...

— ¿Tú lo besaste primero? — Abrió los ojos como platos. — Vale, mi tímida Marinette ha quedado en el recuerdo.

— Sí... ahora soy otra.

— Ni que lo digas, atrevida.




— ¿Puedo pasar? — Marinette tocó la puerta del estudio.

Ambos jóvenes habían llegado juntos a la mansión Agreste por órdenes del mayor. Habían llegado a un trato; Marinette trabajaría por las tardes como su aprendiz después de escuela siempre y cuando mantuviera prudencia. De cierta manera, podría saciar su obsesión con él pero sin que nadie más lo supiera, con los Agreste, sus padres y Fu tenía suficiente.

— Adelante. — Contestó sin importancia, Marinette entró en silencio con una sonrisa enorme, Gabriel, frente a ella, seguía confeccionando el vestido amarillo de la noche anterior. — Vaya, ¿Ahora si puedes tocar puertas? — Un atisbo de sonrisa apareció entre las agujas que sostenía con su boca.

— Como si no te gustara el traje. — Dejó la mochila en el sofá y caminó a su lado. — Sublime.

— ¿Te parece?

— Sí. — Respondió sincera. — Este patrón... tu pasión, todo es tan perfecto y encantador.

— Me alegro que te guste.

No pudo responder nada más, ¿Qué le podría decir a su fiel admiradora? Marinette sin embargo, lo contempló por unos momentos feliz, podría hacer eso todo el día y jamás cansarse, adoraba verlo y más cuando trabajaba, cuando se inspiraba. Y, más aún, adoraba la sexy manera en que las agujas bailaban sobre sus labios, deseó regresar al momento en que sus labios bailaron sobre los suyos, mejor aún, repetirlo.

Obsesión | Gabrinette AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora