Capítulo 6

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Sí, por fin hay capítulo sexto xD. Sólo queda uno más para el desenlace. Gracias por acompañarme en esta historia.

Mención especial a Sonia Rubio Alcaide, que hoy es su cumpleaños, y a las demás supervivientes del "mes demoníaco": Ana Tabora y Perfi Paula. Gracias por participar en los retos de wincest infinito. Vosotras sois nuestra gasolina.

Espero que os guste.


One, two, three and four

The devil's knocking at your door

Caught in the eye of a dead man's lie

Start your life with your head held high

Now you're on your knees

With your head hung low

Big man tells you where to go

Tell 'em it's good

Tell 'em okay

Don't do a goddamn thing they say

Oh, Lord, heaven knows

We belong way down below

Oh, Lord, tell us so

We belong way down below

Way down below, way down below

Way down below, way down below

(Heaven knows, The Pretty Reckless)

La cabeza de Austin asoma por encima del capó del Pontiac, pelo revuelto y ojos grises de expresión concentrada. La culata del motor da vueltas entre sus manos. La examina por arriba, por abajo, la gira a un lado y al otro, resoplando e intentando encontrar el fallo. Es un chico metódico, persistente y muy aplicado cuando quiere. Dean sonríe. A pesar de los latigazos de la Marca, a pesar de Sam. Y es que compartir espacio con su hermano durante el fin de semana no ha sido fácil después del "incidente" del sábado. Han sido dos días completos. Dos días persiguiendo por la casa las miradas esquivas de Sam mientras la Marca se apoderaba de los huecos que dejaba su hermano (furia, angustia, pesadillas). Dos días de silencios impenetrables. Dos días, con sus noches, sus horas y sus minutos, de conversaciones mecánicas: "tienes comida en la nevera, salgo a dar una vuelta, me voy a la cama". Sin bromas, sin sonrisas cómplices, sin otra cosa que un vacío asfixiante. No han hablado del tema, claro, ni falta que hace. Porque una cosa es empalmarte con tu hermano y otra muy distinta iniciar un debate (sin moderadores) sobre el asunto. En fin, prefiere no pensar en ello. Deja la batería que ha estado manipulando y se acerca a Austin.

—¿Problemas en el paraíso?

El chico levanta la vista, frustrado.

—Es imposible. No hay manera de saber dónde se ha roto. —Le tiende la pieza.

Dean la coge y, haciéndole una seña a Austin para que le siga, se dirige hacia la mesa de trabajo. Este es su campo. Sus manos actúan por inercia, rápidas y eficientes, siguiendo los pasos de toda una vida. Llena de agua un recipiente de plástico profundo y grande y sumerge la culata. El chico le mira intrigado.

Luna de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora