Capítulo 2

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Come back to me a while

Change your style again

Come back to me a while

Change your taste in men

(Taste in men, Placebo)


Pasa cerca de cuatro horas tecleando en google el nombre de Mabon. Se deja los ojos intentando encontrar algo de ese cabroncete, lo que sea. Intentando ignorar su "pequeño" problema. Pero los resultados que aparecen en la pantalla sólo hablan de chorradas sobre el equinoccio de otoño, la renovación, el renacimiento y de rituales más falsos que un placebo. Ninguna de esas páginas cuenta, claro está, que ese maravilloso dios wiccano se dedica a secuestrar inocentes y a transportarlos a otras dimensiones por diversión. Si tuviera los recursos del búnker... Resopla y clickea sobre un link que promete. El vídeo que aparece, titulado "amaneceres, amor y otras bendiciones de la vida", supera todos sus umbrales de tolerancia, así que decide que ya tenido bastante sucedáneo de Paulo Coelho por hoy. Si tiene que leer otra estupidez de ese nivel va a vomitar.

Se levanta del sofá y se dirige a la cocina para ver si pueda aplacar al monstruo que ruge en su estómago. Lleva horas sin comer. Esta vez la examina con detenimiento y se da cuenta de que es la típica cocina de una familia de clase media. Entorna los ojos con resignación. Tienen todo tipo de electrodomésticos, una barra de desayuno, banquetas, comida en los armarios y, gracias a Dios, una nevera abarrotada de cervezas. Abre un botellín mientras improvisa un sándwich rápido con los víveres que encuentra: pan de molde, atún en lata, mayonesa... Será suficiente. Antes de darle un bocado, echa un vistazo por la ventana que enmarca el fregadero. Es de noche y Sam no ha vuelto todavía... Le da un trago a la cerveza para espantar la mezcla de alivio y de angustia que tiene instalada en la garganta. Seguro que está bien. Todavía está asimilando que ya no caza, que vive en una casita en plan "Mujeres desesperadas", en el estado de Texas y que trabaja con tipo llamado Jonathan. Añadir los constantes morritos de desaprobación de Sam a la ecuación no es una buena idea.

Jonathan Adams. Fairview's home.

"Es una casa de acogida de chicos problemáticos", le había explicado Castiel.

¿Desde cuándo él era una hermanita de la caridad? Peor aún, ¿desde cuándo él era la solución de niños problemáticos?

—Amigo —susurra Dean al silencio, levantando el botellín—, tenías que estar muy jodido para cambiar una ruta de strippers y hamburguesas por Fairview's home.

Devora el sándwich como si fuera el culmen de la gastronomía, se hace otro y pilla una segunda birra. Si no puede encontrar nada útil sobre Mabon ni cazar, al menos investigará ese lugar donde supuestamente trabaja. Coge el portátil del salón y, para evitar a Sam, se encierra en lo que, intuye, debe de ser su habitación. El póster de Busty Asian Beauties ayuda bastante a tomar la decisión. Su pone cómodo y, mientras se tumba en la cama, enciende de nuevo el ordenador para bucear en los titulares de los periódicos locales de hace cinco años.

"Fairview's home abre sus puertas".

Jonathan y Jessica Adams, reza el pie de la fotografía. En ella aparece un hombre alto y fornido, de sonrisa inmensa y barba compacta. Junto a él, dejándose rodear por un brazo gigante, una mujer menuda y de rostro amable. Forman una pareja peculiar: él parece salido de algún sótano de Chicago al grito de Eye of the tiger y ella de una playa soleada de Santa Mónica. Al menos no tienen pinta de gilipollas.

Luna de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora