Ámbar despertó con el primer timbre del despertador, como siempre. Abrió los ojos y acto seguido apago el irritante sonido del aparato.
Hoy era su primer día en la facultad. Sus ganas de asistir eran semejantes a sus ganas de salir de la cama. Maldito el día en que su madrina no la envió a Francia. Bueno, debía reconocer que ella misma se había ganado aquello, pero aun no quería aceptarlo por completo. Si hubiera viajado a Francia como quería no tendría que estar viviendo de aquella manera.
Se levantó dispuesta a soportar otro día más en aquel lugar ¿por qué? Porque ahora no solo tenía que soportar que Lunita merodeara en la mansión sino que ahora tenía que aguantar tener que compartir con ella más cosas de las que se imaginó alguna vez, como el desayuno, el almuerzo, la cena. No veía nada de malo en que compartieran la mesa junto a ellos, después de todo Luna era la heredera de todo aquello, lo que le molestaba era que le refrescara en la cara lo feliz que estaba siendo con su nueva vida... sus padres parecían más que amorosos con ella, su abuelo la llenaba de los obsequios retrasados, incluso los empleados parecían mucho más atentos con Lunita de lo que eran con ella. Y para variar un poco, había veces que invitaban a Simón... ella no podía decir nada, solo tenía que quedarse allí calladita, viendo como todos charlaban entre risas contándose lo felices que eran.
Espero que se atraganten con un hueso. – Ese había sido uno de sus más pedidos deseos, entre otros más aterradores.
Después de asearse, comenzó a seleccionar su guardarropa de ese día. No había mucho que pensar, el negro siempre combinaba con todo, mucho más si tu vestuario consistía en una gama interminable de puros negros. Si, si bien no había ido a Francia, había podido gastarse casi un dineral en las mejores tiendas de ropas de Cancún y Buenos Aires, ahora toda su ropa de colores pasteles y sus estilo princesa había sido reemplazado por un estilo más rockero, uno que no solo le gustaba sino que le quedaba a la perfección. Incluso había teñido su cabello, en principio había querido teñirlo de un negro bien azabache, pero luego desistió de aquella posibilidad, le encantaba su cabello rubio, por lo que al final había elegido hacerse unos toques color rosa.
Y buala, la nueva Ámbar Smith había nacido.
Después de retocarse la máscara de pestañas se vio por última vez en aquel espejo, confidente de todos sus secretos, de todos sus miedos y de todas sus verdades.
– Es hora del show – dijo dibujando una de sus falsas sonrisas antes de salir de su habitación.
Alfredo ya estaba sentado en la mesa desayunando con los Valente, incluso Tino y Cato se habían unido a la mesa, solo Amanda se había limitado a servir, por lo menos ella si sabía cuál era su lugar. Para su sorpresa Lunita no estaba, aunque era de esperarse, ella seguro se había quedado dormida.
– Buenos días Ámbar – había saludado Alfredo muy sonriente al verla bajar las escaleras.
– Buenos días señorita Ámbar – habían dicho los Valente junto a Tino y Cato.
– Buenos días a todos – contestó Ámbar ocultando detrás de aquella sonrisa todo el desprecio que sentía ver aquello – y hasta luego...
– ¿Cómo? ¿No vas a desayunar? – Preguntó Alfredo observándola.
– Es mi primer día de clases y quiero llegar temprano, además me están esperando – mintió.
– Pero Ámbar, no deberías ir sin desayunar... – dijo Alfredo.
– Ahhh sos muy dulce, sé que te preocupas por mí, pero voy a estar bien, llevo algo de dinero – habló Ámbar antes de despedirse nuevamente y salir de aquel insoportable lugar.
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ÁMBAR SMITH
Fiksi PenggemarÁmbar Smith no iba a quedarse de brazos cruzados cuando toda su vida se desmoronaba frente a sus narices. Mucho menos cuando la única culpable de ello era la chiquilla fastidiosa de Luna. Estaba dispuesta a devolverle todo el sufrimiento con la mism...