#1

154 17 0
                                    

Premio: One-shoot 
Pairing: 6918
Autora: Bacchi
Premiada: Ale

Amar es...

Una chorrada sin sentido ni razón de ser, simplemente asqueroso.

Durante todos sus años, durante todas sus vidas, Mukuro siempre lo había visto nacer.

Aquel incesante ardor, aquel fuego que enciende algo más que la avaricia y el odio.

Deseo, pasión...

¿Existe siquiera la chorrada aquella? Todo era carnal.

El amor, para él, no existía como tal y lo más cercano que estuvo de enamorarse, de sentir aquel impulso de idiotez fue por Nagi.

Su dulce Nagi, aquella que había salvado egoístamente para un propósito mezquino y a quien acabó adorando. Aquella chica que casi le demostró el significado de amar.

Pero no pudo.

Chrome era humana, una muy sensible y especial al igual que Tsunayoshi, para Mukuro no presentó sorpresa alguna cuando aquello sucedió.

Su linda chica había caído por alguien más cuando se dispuso a amarla y no le quedó más qye resignarse y sonreír, Tsuna cuidaría bien de ella y aunque Ken se embriagase todo lo que quisiera no haría que ella le viera.

No les vería así otra vez.

No cuando esa noche, en ese momento, Rokudo Mukuro estaba allí, sentado junto a los novios con su imborrable sonrisa mientras escuchaba las palabras del orgulloso padre...

Sintió un apretón en su mano derecha, aquella que mantenía sobre su muslo, y sonrió al ver la blanca mano de la chica.

Le miró de reojo y volvió a pensar lo mismo que durante toda la ceremonia.

Estaba preciosa.

Suspiró.

—Tranquila, todo está bien —murmuró y aquel ojos bonito le miró—. Te ves bien y ya eres de su familia, nada podrá separarles.

Y vio duda.

Mukuro estuvo tentado de tomarla en brazos y sacarla de allí en ese momento, sabía que sólo en ese momento ella entendió lo que acababa de hacer.

El discurso de Reborn, el orgulloso padre, dejaba en claro el futuro del castaño.

Mafia, dolor, muerte.

Sawada Tsunayoshi no tendría la vida de un dios, era humano. Moriría y estaba involucrado con la mafia.

Sus días quizás estaban contados, quizá morirían ellos dos ese día.

Mukuro lo sabía, su Nag... La Chrome de Tsuna no era débil y sabía que su marido, con veintiséis años, tampoco lo era.

Pero ambos eran demasiado buenos y para eso estaban tipos como él y Gokudera.

Rokudo cuidaría y mataría por Nagi, Hayato haría lo propio por el cielo.

Su sonrisa creció mientras se ponía de pie, Reborn se estaba sentando y los nervios y preocupaciones de su chica alguien tendría que apaciguarlos ahora.

Tsuna le miró confundido hasta que asintió hacia la novia, el inteligente cielo lo entendió y la rodeó protectoramente.

Hacían bonita pareja... ¿Sería eso amor? Mukuro, en serio, no lo entendía.

Se aclaró la garganta y sintió las miradas sobre él, arqueó una ceja divertido al sentir una más intensa que las demás.

—Oya, oya, ¿por qué tanta sorpresa, chicos? —bromeó por la cara de algunos de los invitados— Como tutor de Nagi hasta hace poco tengo derecho de hablar, soy como su hermano así que... Se aguanta.

PremiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora