10. No te hace llamarlo 'papi'

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Derek dejó un rastro de besos por mi espalda para despertarme, haciéndome estremecer y, a su vez, desearlo. Me removí entre las almohadas, sonriendo, y volteé a verlo. Él estaba a mi lado pasando su dedo índice por mi columna vertebral hasta el área donde la sábana cubría mi trasero.

Volvió a trazar un camino con sus labios bajando desde mis vertebras cervicales hasta las lumbares. Su barba me raspaba la piel de forma deliciosa y también me provocaba ligeras cosquillas. Repitió el proceso de vuelta a mi cuello y mordisqueó mi piel, haciendo que pequeñas descargas de placer y deseo se esparcieran por mi cuerpo.

Me estaba tentando lentamente.

— Si sigues por ese camino, lo menos que haré será ir a la escuela —advertí.

Derek rió contra mi piel y me besó el hombro antes de acomodarse en su lado de la cama. Gruñí, decepcionada de que no hubiese continuado con sus caricias. De todos los momentos en los que a Derek le importaba mi educación, tuvo que haber sido este el que más me fastidiaba.

— Te estás volviendo adicta a mí —tentó.

Arqueé una de mis cejas y me levanté un poco, lo suficiente como para poder acomodarme a horcajadas sobre él. Derek mordió su labio inferior ante la vista que le estaba proporcionando. En esa posición pude notar que Derek se había puesto pantalones, aunque seguía sin camisa.

— ¿Yo? —cuestioné, moviendo mis caderas en círculos y apoyé mis manos en el espaldar de la cama para tener soporte. Un gruñido se escapó de sus labios—. No calientes lo que no te vas a comer —advertí.

— De acuerdo, tú ganas —dijo con voz ronca—. He creado un monstruo.

No pude evitar reír ante su comentario.

Sus manos se aferraron a mi trasero para impedir que mis movimientos se detuvieran. Él también me deseaba. Podía notarlo y sentirlo muy bien. Cerró sus ojos, disfrutando de la sensación, su abdomen se contraía cada vez que movía mis caderas.

Me incliné lo suficiente para que mis labios rozaran el lóbulo de su oreja.

— Un monstruo hecho a tu medida —le aseguré y le di un pequeño mordisco.

— No me cabe duda de ello —murmuró.

Mi risa se convirtió en un gemido cuando sus labios atacaron mi cuello y sus manos ahuecaron mi pecho.

— ¿Cuánto tiempo tenemos antes de que sean las ocho? —pregunté.

— Una hora.

Asentí.

— Nos da tiempo —sonreí—, aunque tendremos que ser rápidos.

Derek arqueó una de sus cejas, aunque en sus labios no podía reprimir la sonrisa que adornaba su hermoso rostro.

— ¿No piensas desayunar? —cuestionó.

— No tengo hambre de comida precisamente —murmuré.

Emitió un 'mhm' bajito antes de volver a su tarea de besar, morder y succionar la sensible piel de mi cuello. No necesariamente en ese mismo orden.

— Por cierto, Scarlett, yo siempre me como lo que caliento —aseguró.

Y de eso no me quedaba duda alguna.

ENEMY DARK ▲ TEEN WOLF   ➃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora