Pesadilla

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La noche siguiente, cuando finalmente Aome durmió en su cama, al principio no podía conciliar el sueño; tan solo revivía una y otra vez los momentos que pasó con Sesshomaru mientras mutuamente se entregaban, había sido lo mejor que le había pasado.


Mientras se cambiaba de ropa, para vestirse su pijama, pudo ver una marca de beso que Sesshomaru le dejo en uno de senos, tan solo paso sus dedos por encima de ella, mientras una sonrisa ligera se asomaba en su rostro.


¡Al fin pude dormir con él! — Ese pensamiento invadía su mente haciéndole tener gratos recuerdos. Luego tan solo se acostó tratando de conciliar el sueño.


Pero su sueño no fue tranquilo, estuvo muy lejos de serlo; una siniestra sombra que ella conocía muy bien se hizo presente en su sueño y en su vida aquella noche...



— o — o —



— ¡Te ves pálida hoy Aome! ¿Te sientes bien?

— No es nada, de verdad; solo...



No sabía que decir, ni que excusa inventar para su estado, no podía decirles la realidad a sus amigas; sabiendo que nunca le creerían, pero felizmente fue salvada cuando el sensei entro al aula y dio comienzo a la clase.


Durante las clases, no podía evitar recordar aquel terrible sueño o quizás más específicamente se podría decir "pesadilla" que tuvo, ese era el motivo de su estado actual...


Solo venía a su mente una y otra vez lo que vivió... Se vio a sí misma en su propia habitación, cuando repentinamente aquel hombre estaba parado frente a la puerta de su habitación.


Aquel hombre vestido con un elegante traje negro, se iba aproximando a ella lentamente con paso seguro; su piel pálida, sus ojos rojos, aquel cabello largo, negro y ligeramente rizado. Tal parecía que no presentaba una amenaza real para ella. Pero algo en su interior le gritaba que no podía dejarlo aproximarse a ella.


Por un momento puso atención al traje que portaba su indeseado visitante; un elegante traje negro característico de la época victoriana, un sombrero de copa, una larga capa muy elegante y un abrigo debajo de la misma. En las manos llevaba un bastón con la punta de oro y en el bolsillo del abrigo traía colgando un reloj de oro.    Ella ya lo conocía, en otras ocasiones la había visitado y todas ellas representaba una amenaza silenciosa para ella.


Nunca le había hecho daño, pero su sola presencia le hacía sentir la sensación de un inminente peligro.



— o — o —



— ¿Te sientes bien?



Un Amor a Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora