Hoseok lucia bastante deprimido últimamente, sentía que su mente divagaba, ni siquiera prestaba atención a sus clases. Lo único en que podía pensar era en la rara Ppojinn.
Por más extraño que parezca, después de haber escrito por DM ese día. Ya no lo volvieron a hacer, Hoseok le había escrito un parde veces, pero nunca obtuvo un respuesta de su parte.
Lo que más le molestaba es que aun seguía subiendo fotos, lo cual demostraba que lo estaba ignorando.
Sus padres trataron de animarlo, pero nada conseguía hacerlo. Se sentía abrumado y estresado. Ya no habían lindas sonrisas de parte de Hobi, ni siquiera jugueteba con sus amigos como lo hacía antes.
Sus amigos estaban tan preocupados que no dudaron ni un instante en sacarlo de su mediocre habitación, Hoseok no tuvo objeción, bueno ni siquiera hablo. Había algo que hacía que se negase a hablar y eso era su peculiar manera de hacer entender que estaba triste.
Los chicos decidieron llevarlo a un pequeño restaurante en el centro de Busan. Lo que nuestro Hoseok no esperaba ver ahí es a una gritona chica sobre el mostrador del lugar bailando muy mal, mientras masticaba pizza.
A Hoseok le pareció extraño, pero aun aún si decidió ignorarlo, su humor estaba algo decaído como para prestar atención, pero algo en particular hizo que definitivamente girará la cabeza 180° hacia la pequeña gritona.
-¡Chico Esperanza!-como si todo su mundo hubiera caído en escombros, ahí estaba su querida chica rara.
Con dos coletas mal hechas, su particular maquillaje. Usando solo un vestido de tirantes dejando a la vista sus bellas piernas. Ahí fue cuando Hoseok tuvo que tragar duro.
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