Día #2; Violeta.

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Descubrimiento y sentimientos.

F

ue seis meses después, un jueves.

Tsuna había estado resolviendo una compleja ecuación matemática que su tutor le había dejado de tarea en lo que iba a realizar una llamada a su esposa, en aquel entonces Luce tenía poco más de siete meses y estaba completamente saludable.

Aunque aquella era una mentira de la que Reborn no se enteraría hasta después, cuando Aria y Gamma le informaran de la muerte de su mujer.

Volviendo a Sawada, había estado mordiendo compulsivamente su bolígrafo en lo que se revolvía en cabello con cierto desespero.

Fue durante la tarde, aprovechándose de lo solitaria que era la academia en esa hora del día sus tutorías más pesadas eran allí para no molestar a su madre, más aún estando en fechas donde su padre estaba en casa.

Tsunayoshi no le odiaba... No tanto como odiaba a Nezu, sólo no podía ni sabía lidiar con él.

A Reborn simplemente no le agradaba ese hombre.

Por otro lado... A las matemáticas sí que las odiaba, incluso más que a aquel docente anciano que las impartía. El buen Nezu se estaba rifando la gorda, Sawada había descubierto algo muy interesante mientras realizaba un castigo con, su ahora amigo, Gokudera.

Pero no estaban diciendo nada porque seguía siendo pronto y todos merecen segundas oportunidades.

Suspiró.

Tsuna recordaría para siempre la complicación que aquel ejercicio le supuso.

O algo así.

Escuchó una risa bastante peculiar y se tensó de manera inconsciente antes de esconderse bajo la mesa, agradecía estúpidamente que Reborn le hubiera dejado sentado en el escritorio del docente.

Escuchó las puertas abrirse y contuvo la respiración, llevaba una semana escondiéndose de Mukuro y le irritaba hacerlo.

Era un reflejo casi inconsciente y no lo entendía, pero salir de su escondite era más vergonzoso que otra cosa, por eso siempre le quedaba aceptar y callar.

—Pero, Mukuro, no lo has visto —una extraña molestia envolvió a Tsuna al reconocer la melosa voz de Byakuran—. ¿Estás seguro de esto? Es decir, podría ser sólo una paranoia.

—Gesso, yo jamás he tenido... —hizo una pausa y el castaño tembló, recordando que había dejado la libreta sobre la mesa— Oye... ¿Esto no es suyo?

Escuchó el como tomaron su cuaderno, luego un extraño forcejeo, golpes sutiles y Tsuna rodó los ojos.

Ese par era violencia.

Idiotas. ¿En serio había comparado a Hayato con Muk...?

—Parece su letra.

La cosa era, ¿por qué Byakuran sabía cómo era su letra? Sawada no recordaba haber escrito algo frente a él, bueno... Quizá Reborn... No. No había manera de que...

—Quizás está aquí —la voz de Rokudo sonó ansiosa—. O quizá se ha ido y la ha dejado, es tonto.

Reprimió una queja, pero apretó los dientes.

Había que ser...

—En realidad me pareció ver a su tutor hace poco —informó el Gesso y Tsuna quiso patearle—. Lo mismo con el chico con el que siempre está desde hace cuatro meses, ¿cuál era su nombre?

Gokudera.

Y nuevamente la molestia se apoderó de Tsu y no pudo evitar bufar, afortunadamente Mukuro también lo hizo y nadie pareció notar su presencia.

Aunque estar escondido era incómodo.

—A ese ni me lo nombres, me molesta —espetó con desdén—. Como sea, quizá deberíamos acabar lo que vinimos a hacer, llevarnos la libreta y luego veré...

—Ay, Mukuro, vinimos a amarnos y nos vamos con una excusa para que veas a tu amante —el suspiro resignado del albino hizo ruborizar y fruncir el ceño al castaño—. En serio, querido, ¿seguirás negando que tu inquietud por no verlo es porque te gusta? Empiezo a cansarme de ser tu consejero fiel.

La idea de gustarle a Mukuro era rara, rarísima. Pero algo dentro de Sawada se removió a la espectativa y su corazón latió fuerte.

Gruñó en silencio.

—Ya te lo he dicho —suspiró Rokudo—. Mi inquietud es porque está tramando algo.

—Yo insisto en que es paranoia.

—No lo es, ha pasado una semana en la que no le he visto ni un pelo —sonaba afligido—. Algo tiene que estar mal sí o sí.

—Quizá Dame-Tsuna se ha cansado de pelear —intervino un tercero y al castaño casi le dio un ataque—. Mi aprendiz es tonto, pero sabe cuando debe alejarse de gente molesta.

Papá Reborn estaba allí.

No sería hasta años más tarde que Tsuna notaría el por qué de las reacciones de su tutor hacia el que sería su pareja.

Escuchó a Mukuro chasquear la lengua y poco después los italianos se fueron dejando a Reborn en soledad... Con Tsuna.

La riña que se llevó no tuvo comparación, desde ese día su tutoría se volvió en entrenamiento intensivo y tortura.

Una larga tortura a la que se unió cierto prefecto y a Tsuna aquel chico le hacía pensar en el violeta.

A Hibari le gustaba ese color, le quedaba bien y el que Tsuna lo reconociera sólo lograba que algo sucediera.

Mukuro jamás lo admitiría, pero se enteró y aceptó sus sentimientos por esa razón.

Pasadas dos semanas de ser evadido encontró a Sawada, pero una alondra le acompañaba y conversaban sobre la gran diversidad de colores.

Odió saber que a Tsunayoshi le encantaba el morado, puesto que era sabido que aquel era el color favorito de su eterno rival.

Y la sonrisa de Kyoya lo dejó claro.

Un peligroso rival había llegado y los sentimientos que su descubrimiento ocasionó se volvieron un manchón negro de celos.

Pero algo similar pasaba con Sawada, quien tuvo que tardar bastante en desquiciar a Hibari para que este le hiciera notar que aquella molestia e inquietud que le invadía al ver a Gesso y Rokudo no se debía al odio exactamente.

Si el inicio de su historia fue amarillo, Kyoya podría decir que el amor de aquellos dos comenzó realmente con su color favorito.

El violeta les había llevado a algo más.

Pero los colores siguen y siguen, así como los sentimientos crecen o desaparecen.

No sé.

Tenía algo chulo, pero la depresión ne puede.

Violeta es descubrimiento porque con ese color vivo y descubro toda la mierda que me rodea :v y sentimientos porque... Porque amo ese color y el amor es un sentimiento :)

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