(16) El cumpleaños (II)

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Lena se despertó temprano, los nervios le carcomían por dentro. Muchas emociones volaban en su interior. La ilusión de poder celebrar los 8 años de su hijo, la presentación oficial como novia de Kara ante su familia y el miedo de recibir una balacea de preguntas. Le daban un poco de respeto sus suegros y cuñada. ¿Y si les parecía poca cosa para su hija? Su profesión era muy digna, pero su pareja tenía una licenciatura, como su hermana.

Nunca se sintió una persona inculta, pero sí algo fracasada. Dejo que las adversidades la superasen y perdió. Flora le trato de quitarle la soga de la culpabilidad. Era adolescente, rebelde y sin ningún apoyo exterior. Se le amputo su anhelo por ser artista. Más tarde, la vida le obligo a ser práctica. Los sueños eran pájaros de papel. Se transformo y renacieron otros intereses, como dedicarse a algo de más utilidad.

Tenía fe que Brian fuera más inteligente y no se dejará arrastrar por las emociones transitorias y por sus amigos. Llegaría la adolescencia, y pondría a prueba sus fortalezas mentales. Creía que los Danvers serían unos buenos padres, que le acompañarían al duro sendero hasta la entrada a la vida adulta.

El pánico a la fiesta familiar era tal, que el viernes se dedico a ir de compras. Winn le acompaño y asesoró. Renovó su vestuario, funcional y obsoleto. De adolescente había ido mucho más a la moda. Su madre siempre dio mucho valor a las apariencias y en invertir mucho dinero en ropa. Para ella era señal de opulencia y poder. Incluso, fue imagen de alguna marca distinguida. También era una adicta de los cosméticos y del estilismo.

Lena cambio sus vestidos de princesa por otros que resaltaban su sexualidad y le daban un toque algo macarra. Bueno, el calificativo más cruel que se gano fue el de prostituta. Evidentemente, procedente de su madre. No dejo de usar sus minifaldas, sus tops ajustados, sus medias a rajillas, sus tacones o cualquier prenda atrevida.

Ahora buscaba ropa femenina, alegre, sencilla y con un toque de elegancia

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Ahora buscaba ropa femenina, alegre, sencilla y con un toque de elegancia. Pronto realizaría las prácticas en una empresa y debía de pensar en su imagen. Nunca más se gastaría un pastón en el vestuario, sólo por lucir la marca más pija o distinguida. Al fin de cuentas, la ropa debía de servir por unos fines concretos y nada más. Aunque, era indiscutible, que terminaba siendo una abstracción de cómo era cada uno.

Su amigo, fue de gran ayuda. Incluso, le señalo el vestido ideal para ponerse al sábado. Le hizo caso, porque era tan bonito y le favorecía. Se fueron a tomar algo y a las ocho ya estuvo en su piso. Se fue incluso pronto en la cama, para descansar bien y el día siguiente no tuviera ojeras.

Había concertado hora en la peluquería, para arreglarse su melena. Luego, iría al estilita para arreglarse el cutis. Descarto que la maquillaran. Prefería hacerlo ella y no fuera tan estridente. Kara tenía razón, debía de tratar de ser ella misma. La Lena presumida en exceso había fallecido hace tiempo. Aunque, comprendía que cuidarse era importante. Todo era cuestión de equilibrios. El resultado fue impresionante. Se observó en el espejo y se sonrió. Ya estaba preparada para ir a la casa de su hijo.

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