Capítulo 13

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—¡KAROL!—el gritó de Tom se metió en la cabeza de  Karol como si de una bomba acabara de estallar.

Del susto que se llevó, el primer impulso la llevó a agarrarse a la muñeca de Ruggero, aterrada.

—To...Tom, he... venido lo más rápido que he podido.

—Ya lo veo—murmuró posando su fría mirada sobre la de Ruggero, acechante.

—¿Es... tu tío?—preguntó Ruggero, confundido. Karol tragó saliva.

Tom soltó una carcajada irónica.

—Su tío, dice...—volvió a murmurar entre dientes y volviendo a poner su dura mirada—¡Es mi novia!—gritó, y al momento cogió a Karol de la cintura y la atrajo hasta él.

Ella agachó la cabeza, muerta de vergüenza, aterrada, dolida... Y no por ella, si no porque sabía que en aquellos momentos, Ruggero estaría sufriendo como nunca en su vida. La chica se contuvo las lágrimas que amenazaban con salir de sus hermosos ojos.

Ruggero sintió como una piedra caía sobre su corazón y lo destrozaba. Minutos antes, había imaginado que solo necesitaban pasar más tiempo juntos para volver a ser felices como lo fueron dos años atrás, para estar juntos, comiéndose a besos, abrazándose, llamándose cada hora, cada minutos del día, pero al parecer, las cosas no serían así... Karol lo había sustituido. Lo que cada noche había temido, su peor pesadilla se había hecho realidad.

—¡Entra en casa ahora mismo!—le gritó Tom a Karol. Ella se asustó. Miró a Ruggero, apenada, destrozada también, y Tom volvió a gritarle que subiera al apartamento. Temerosa, se dio la vuelta corriendo y se alejó de allí, dejando que las lágrimas cayeran por sus mejillas.

Ruggero continuaba inmovilizado.

—¡¿Te vas a quedar ahí parado como una estatua o qué?!

—¿De... De verdad es usted su novio?—Ruggero tenía un nudo en la garganta.

—¿Qué no te ha quedado claro? ¿Quieres la mande bajar otra vez y la bese delante de tus narices?—el chico sintió como grietas comenzaban a abrirse en su corazón—No vuelvas a acercarte a ella, ¡¿Me oyes?! ¡Que ni se te pase por la cabeza! ...O desearás no haber nacido—Dicho eso, Tom desapareció, y Ruggero dejó que la humedad que se había formado en sus ojos, saliera y cayera por su cara lentamente. Roto como estaba, entró en su coche y se marchó. No quería saber nada más de ella. Había roto la promesa, lo había dejado por un tipo que le doblaba la edad y que era un maníaco posesivo. ¿Cómo podía Karol haberle hecho eso a Ruggero? ¿Tanto había cambiado como para que ahora le gustaran por los mayores, ricos y celosos?
No podía creérselo... Nunca había sentido tanto dolor.

[Narra Karol]


Estaba en el sofá, con las piernas flexionadas y escondiendo mi rostro entre ellas cuando la puerta de entrada se cerró de golpe, de un portazo fuerte y seco.
Me levanté sobresaltada, Tom ya estaba allí, y su rostro no era nada tranquilizador.

—¡Ahora me vas a explicar cómo es eso de salir a comer sin mi permiso!—me gritó.

—Yo... Se me... Olvidó llamarte, Thomas—dije tratando de protegerme a mí misma.

—Ah, claro. Se te olvido llamarme, ¿Verdad?—hubo un silencio—¡¿Y por qué?!—volvió a posar su mirada furiosa sobre la mía—¡¿Por qué estabas con el imbécil ese en algún rincón, besándote?!

—¡Ruggero no es ningún imbécil!—salió de mi boca de repente, y me arrepentí de haber dicho aquello. Tom vino a toda máquina hacía a mí y levanto la mano. Creí que perdería el control por completo y me soltaría una cachetada, pero no lo hizo. Sacaba humo por las orejas.

—Eres una malcriada, Karol. ¿Lo sabías?

—¡Tom, yo solo quería pasar un buen rato con mis amigos! ¡Entiéndelo! ¡Hacia dos años que no los veía!

—¡Cómo si no los viera desde hace una eternidad! ¡Me importa una mierda! Si vas a salir, lo primero que tienes que hacer es decírmelo, y después, veo si te doy permiso para ir o no.

—¡No puedes hacerme eso! ¡Tengo dieciocho años! ¡No tengo que pedirte permiso para salir o no con mis amigos!

Me cogió fuerte del brazo, haciéndome daño.

—¡Eres mi novia y con eso ya hay suficiente! ¡Me harás caso a partir de ahora quieras o no, porque si no te arrepentirás,Karol!

—¡No!—llorando hice un movimiento brusco para que me soltara.

—¿No? ¡¿Y qué vas a hacer?! ¿Salir corriendo a los brazos del Castaño tonto aquel como una niña pequeña? Hazme caso, Karol. No te conviene jugar conmigo.

Y tal como había entrado a casa, se marchó dando otro portazo. Me dejé caer en el suelo y comencé a llorar aún más desesperadamente. No podía creer que yo misma hubiera traicionado a Ruggero, que hubiera roto la promesa. No podía creerlo ahora que me daba cuenta de que seguía enamorada de él, de que lo quería con toda mi alma y de que quería sentirme rodeada por sus brazos y completa con sus besos. ...Pero todo había cogido el camino equivocado.

—¡Soy una estúpida!—me grité llevándome las manos a la cabeza—¡¿Por qué le fallé a Ruggero?! ¡Soy la peor persona del mundo! ¡Maldita sea, Karol, ¿Qué has hecho?!

Al llegar la noche, mis ojos estaban totalmente hinchados de tanto llorar, mis mejillas demasiado rojas, mi cuerpo cansado y mi corazón hecho trizas. No probé bocado durante la cena. Ni siquiera abrí la boca.

—Cariño...—Tom me cogió la barbilla—Lo siento.

Lo miré a los ojos, creyendo que posiblemente iba a disculparse.

—Siento lo que ha ocurrido antes. No quería ponerme así pero es que...—se levantó y se colocó delante de mí, cogiéndome de las manos—Te quiero para mí solo. Y no puedo soportar la idea de que estés con ningún otro hombre. Ver que...como se llama...emmm...Ruggero casi te besa me aceleró, me hizo perder el control... Lo siento muchísimo.

Sus palabras me convencieron. Fui lo suficientemente tonta como para creerlo. Y lo perdoné.

¿Dónde quedo nuestra promesa? Where stories live. Discover now