Capítulo 46

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La vida es día tras otro la misma rutina. Nunca vas a despertar siendo otra persona. Naciste para ser quien eres. Tú decides tú destino, pero hay veces que las cosas no se pueden cambiar, que ya están programadas, que alguien, en algún lugar, desde algún sitio, sabe que vas a sufrir, que vas a sentir dolor y que no será fácil revertirlo para convertirlo en alegría.

Karol no era famosa; no era una estrella de cine ni la cantante del momento. Era una simple chica que deseaba terminar un curso de estilismo para poder encontrar un buen trabajo y tener una vida normal, por eso ni siquiera pensó en que cualquier día podría ser víctima de lo que sufrió.
Se llevó una mano al vientre y se encontró con la mano de Ruggero, quien la agarraba fuerte, dispuesto a impedir que nadie la separara de su lado. Gimió. El dolor comenzaba ocupar su lugar en el cuerpo de Karol. Trató de girarse para quedar frente a Ruggero, pero apenas tenía fuerzas. Él dormía plácidamente sin separar un centímetro de su piel de la de Karol.
De repente, un dolor en el estómago apareció en su cuerpo. Todo su interior se revolvió. Vomitar. Tenía que vomitar. Necesitaba llegar al baño y sacarlo todo, aunque no había comido nada en toda la noche. Lo último que había probado habían sido un par de galletas en el avión, poco antes de llegar a Londres.
Retiró la mano de Ruggero que la rodeaba como pudo, ni siquiera podía mover su propio brazo. No se movía y ya sentía el dolor atacando en cada rincón de su cuerpo. Se llevó una mano a la boca cuando reprimió una arcada.

-¿Karol?-Ruggero había despertado y se había incorporado, alerta-¿Qué te ocurre? ¿Qué te pasa?

-Ne...Necesito ir al...-otra arcada.

Ruggero se levantó de prisa y la cogió de la cintura para ayudarla a levantarse. Ella casi cae. Sus piernas parecían muertas, flaquearon y perdió el equilibro.

-Ruggero...-su voz se perdía entre las arcadas que amenazaban con hacerla vomitar allí en medio.

El Castaño la llevó como pudo hasta el baño y se arrodilló a su lado, cogiéndole el cabello y recogiéndoselo a un lado. Ella bajó la cabeza y lo echó todo.

*******

-¿Mejor?-Ruggero colocó el cabello de Karol tras sus orejas. Ella estaba sentada en el suelo, apoyada contra la pared del baño. No podía con el dolor que la dominaba, ni las lágrimas salían de lo que costaba.
En aquel momento deseó besarla para que se olvidara de todo pero tenía los labios tan resecos, pálidos y heridos que temía hacerle daño.
Volvió a acercar el vaso de agua a los labios de Karol y le hizo beber.

-Tengo... Necesito una ducha-murmuró. Su voz era tan débil que a Ruggero le dolió oírla.

-No-le acarició la mejilla-No puedo dejar que te des una ducha. Apenas puedes moverte, Karol .

-Pero...

Antes de que continuara, Ruggero se colocó a su lado y la cogió, cargándola hasta la cama, tiempo suficiente para que Karol sollozara de nuevo y se aferrara a su camisa con miedo.

-Yo me encargaré de que te recuperes. Tú tienes que descansar.

Ruggero desabrochó el primer botón de la camisa que llevaba Karol. Ella lo miró a los ojos, no lloraba porque le dolían los ojos. Ruggero sintió como su corazón se quebraba de nuevo. Pasó al siguiente botón.  Karol ladeó la cabeza a un lado y reprimió un gemido.

-Eh- Ruggero buscó su mirada-Te pondrás bien. Te lo prometo -cogió una toalla que había empapado con agua y con sumo cuidado la colocó sobre una pierna de Karol. Ella se estremeció por el frío. Cuando Ruggero comenzó a deslizarla con suavidad, pasando por su rodilla y llegando hasta su muslo, empezó a sentir alivio. Cerró los ojos y dejó que él se ocupara de todo. Así acabó dormida de nuevo, mientras que él se encargaba de limpiar cada parte de su cuerpo. Se obligó a no ver nada y a no tocar más de lo debido. Las heridas que había en los muslos, en los brazos, los rudos chupetones que había en el cuello de Karol y cada zona irritada de su abdomen lo destruían. Aún no podía creer que no hubiera llegado a tiempo a salvarla. Jamás se lo perdonaría. Siempre estaría mal consigo mismo por no haber evitado que Leonardo y Tom cometieran aquellas atrocidades sobre Karol.
Subió levemente la camisa por encima de los muslos de Karol, dejando a la vista sus braguitas, más tarde su vientre, plano pero no solo hueso, ideal. Pasó dos dedos por encima de varios moratones. Karol, dormida como estaba, sintió el dolor, se quejó. Ruggero retiró su mano enseguida y se centró en hacerla sentir bien. Pasó la toalla sobre ellos y trato de aliviar el daño. Minutos más tarde buscó un set de primeros auxilios y se dedicó a desinfectar las heridas de las que aún manaba sangre fresca. ¿Cómo podían haberle hecho eso?
Karol se había debatido hasta que perdió todas y cada una de sus fuerzas. Peleó, arañó, pataleó... Y eso le costó, aparte de un seguido de embestidas mortíferas, bofetadas y golpes por todo el cuerpo. Ruggero no imaginaba hasta qué punto el dolor se había apoderado al 100% del cuerpo de Karol. Y nunca lo sabría porque Karol no encontraría las palabras adecuadas para describir aquella noche. Ni querría hacerlo,
obviamente. Ojalá encontrara a alguien que pudiera borrarle de la mente aquella maldita noche...

¿Dónde quedo nuestra promesa? Where stories live. Discover now