Capítulo 39 (Parte 2)

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Examinó la caja, cuadrada, de metal y llena de polvo. Podría llevar allí arriba más de un año. Sopló un poco expulsando el polvo que había sobre ella y luego trató de abrirla. Ejerció toda la fuerza que pudo y consiguió quitar la tapa, dejando ver el interior. Todo su ser se paralizo, el pulso le fallaba. Todo su cuerpo comenzó a temblar. Metió una mano dentro de la caja y sacó una de las millones de cartas que había en el interior. Temía ver el remitente y el destinatario y que fuera la persona que ella imaginaba. Cerró los ojos y trató de calmarse, Seguro que solo eran imaginaciones suyas. Volteó el sobre y lo cogió entre ambas manos, lista para saber quién
Mandaba y a quien estaba dirigida la carta.

Destinatario: Karol Sevilla.
De: Ruggero Pasquarelli.

Su corazón dio un vuelco y los latidos de su corazón se volvieron frenéticos. No podía creerlo, Las lágrimas empezaba a acumularse dolorosamente en sus ojos y no tardaría mucho en que convertirían su fina y cuidada piel en un trozo de carne corrompido por el frío.
Extirpó un lado de la carta con dificultad y tan cuidadosamente como pudo sacó el papel doblado que se encontraba en su interior. Lo desdobló y notando como las lágrimas empezaban a rodar a partir de sus ojos empezó a leer.

Querida Karol

Ya han pasado cuatro interminables meses desde que te marchaste. No puedo creerlo... No te haces una idea de lo que te extraño, de verdad. Cada uno de tus abrazos, cada una de tus caricias, todos tus besos, tus palabras... Me hacen mucha falta. Te necesito conmigo.
Sé que prometimos no dejar de querernos, que yo te esperaría y tú tendrías la paciencia necesaria para esperar a volver a verme. Sin embargo, esta última semana no recibí ninguna carta procedente de Londres. Quizás estás empezando a olvidarme y... Y si es así, quiero que me lo digas. No quiero que se vaya creando un espacio entre nosotros hasta que acabemos como dos desconocidos de la calle. Si esto va a terminar, quiero que termine por lo sano.
Oh, Karol. Espero que nada de esto tenga que pasar. Ojalá y la carta se haya desviado. Dime que aún me quieres. Aunque solo sea eso lo que me escribas. Escríbeme y mándame un trozo de papel en el que pongas: "Te quiero, Ruggero". Será suficiente para mí, porque yo nunca dejaré de quererte.

Karol dejó caer la carta y se llevó las manos a la cara, ocultando el rostro en ellas y llorando desesperadamente.
Ruggero no le había mentido, nunca lo había hecho. Siempre había estado allí por y para ella. Desde el principio hasta el final. Desde aquella noche de verano en la cual le había regalado su primer beso hasta el momento en que le señaló la puerta para que saliera por ella y se marchara de su vida... Ella era la culpable de todo, ella se había equivocado, le había roto el corazón cuando no quería hacerlo, luego había vuelto causándole más daño y se había ido sin siquiera pensar en las consecuencias.
Las consecuencias... Ahora estaba en Londres, sola, con Leonardo y Tom. Ellos dos habían sido quienes habían cogido sus cartas antes de que las mandara, ellos habían sido quienes habían cogido las que llegaban procedentes de Estados Unidos antes de que ella pudiera saber de su existencia. Y ellos...
Su corazón se encogió y volvió a dar un vuelco de trescientos noventa grados cuando visualizó una cajita al fondo de la caja, en una esquina. Sintió un nudo en la garganta y como su respiración comenzaba a fallar.

Toda la culpa que había sentido desde hacía años iba a convertirse en rabia y furia de un momento a otro. Estiró la mano y sacó el pequeño paquete.
En cuanto lo abrió se encontró con su collar. El collar que Ruggero le regaló. Aquel en el que estaba inscrita la palabra 'amor' y que le había sido otorgado para no olvidar jamás todo lo que su corazón sentía por aquel chico de ojos color café.
Con el pulso a mil por hora dejó el colgante a un lado y cogió otra carta del montón, abriéndola con nerviosismo y rapidez. Leyó.

Destinatario: Ruggero Pasquarelli.
De: Karol Sevilla

No recibí tu carta semanal, Ruggero. Pero no importa. Imagino que se habrá desviado y habrá ido a parar a otra parte. Sería gracioso imaginarse la cara de alguien leyendo nuestras cosas, jaja. ¿Sabes qué? He conocido a un chico. Bueno, no es un chico, es más bien un hombre, tiene 23 años y es 'mi jefe'. Creo que te mencioné en dos cartas atrás que estoy trabajando en una pequeña empresa de modelos haciendo prácticas como maquilladora. Es increíble, dice que soy muy buena y que tengo mucho futuro en el mundo del estilismo y estas cosas. ¿No es genial? Estoy muy contenta. No sabes cómo desearía que estuvieras aquí para poder compartir contigo toda esta alegría.
Te echo de menos, Ruggero... Necesito que vuelvas a avivar mi esperanza de que no queda tanto para volver a vernos. Espero tu próxima carta, ¿sí?
Tu princesa, quien te quiere mucho.

¿Dónde quedo nuestra promesa? Where stories live. Discover now