Capítulo 29

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—¿Qué le habrá pasado?—preguntó Agustín.

Los demás se miraron entre ellos y se encogieron de hombros.

—Karol parecía preocupada—intervino Lionel.

—Asustada, más bien—corroboró Miranda.

—Llamaré a Ruggero—dijo Zack, metiendo la mano en el bolsillo de su pantalón y sacando su teléfono.

—No—lo paró Rosario.

—¿Por qué?—Zack la miró a los ojos.

—Mejor hazlo más tarde. Sea lo que sea que le haya pasado a Karol, debe ser algo importante para que casi se le salieran las lágrimas de los ojos. Necesita estar a solas con Ruggero.

—Cierto—dijo Niky.

—Como quieras. Lo llamaré más tarde, entonces.


                                                                            *************

Karol se había quedado dormida en el sofá, con la cabeza sobre las piernas de Ruggero mientras él le daba suaves caricias en las mejillas y le revolvía el pelo con cuidado.

Le dolía verla de aquella manera, le dolía verla sufrir por un hombre que no valía la pena, que le había hecho daño de la peor manera. Se le encogió el corazón al recordar que estuvo dos años sin ella y que podrían haberle pasado muchas otras cosas en las que él no estuvo allí presente para protegerla. Lo daría todo por ella.
Y no había otra cosa que quisiera más en aquellos momentos que estar con ella, que hacerla suya, convertirse en uno los dos, pero debía esperar. No era el momento. Quería que no hubiera obstáculos entre ellos, que solo hubiera amor y felicidad, que todo fuera perfecto.
Tenía claro que si Tom volvía a aparecerse, ya fuera con o sin su hermano, le diría todo lo que llevaba aguantándose desde que lo había conocido, y no se aguantaría las ganas de soltarle un buen puñetazo en la cara, dos si eran necesarios. No iba a permitir que volvieran a hacerle daño a Karol, no iba a dejarles vía libre para volver a separarla de él. No ahora que comenzaba a darse cuenta de que Karol era la chica con la que quería pasar el resto de su vida.

—Ruggero ...—murmuró ella, abriendo los ojos.

—Shh. Duerme—le susurró él—Estoy aquí. No te preocupes.

—Tengo hambre—dijo después, volteándose para mirar a Ruggero. Él sonrió divertido.

—¿Te apetece una buena dosis de besos?

A ella se le dibujó una sonrisa en el rostro. Buscó la mano de Ruggero y la apretó con fuerza. Él se inclinó y le regaló un tierno beso en los labios.

—¿Qué te apetece si hacemos una pizza?—le sugirió, segundos después.

—¿Sabes hacer pizzas?—le preguntó ella, con la mirada curiosa.

—Claro. Tu novio sabe hacer muchas otras aparte de cantar.

Ella rió.

—Entonces quiero verlo—y lentamente se incorporó.

Ruggero la cogió de la cintura para besarla una vez más y luego se acercaron a la cocina.

¿Dónde quedo nuestra promesa? Where stories live. Discover now