Capitulo 3

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Para ese entonces tendría cuatro años aproximadamente.

Me encontraba corriendo por el pequeño patio de la cabaña, un tanto alejada de la Aldea, en la que vivíamos mi madre y yo.

Éramos felices estando así; Solos.

Recuerdo haber caído por accidente a culpa de una piedra y mi torpeza de entonces. Llore, demasiado, creía que moriría ahí al no haber avisado a mama que salí a jugar.

Con la poca fuerza que me quedaba había caminado a paso lento hacía la cabaña dando uno que otro grito mínimo de dolor. Sí que ardía.

Era un dolor agudo e insoportable, uno que no te dejaba mantener la pierna en una misma posición puesto que empezaba a cosquillear e incomodar. En ese entonces no tenía idea de la gracia que daba el dolor.

No paso demasiado, aunque para mi fueran años, para llegar a casa. Una cabaña relativamente sencilla.

Tomaba el cerrojo que me ayudaría a abrir la puerta que daba al pequeño patio. Casi podía sentir las diarias astillas que se clavaban en mis vendadas manos. Sin embargo, ignore el dolor de las palmas y me concentre en dirigirme hacía el interior de la casa.

-Madre- Había dicho entre un pequeño gruñido que demostraba mi dolor ligeramente exagerado, como todo niño.

No recibí respuesta.

Busqué por toda la cabaña, buscaba a mi querida madre por todo rincón, por toda grieta. Empezaba sentir la salada y reconfortante agua que salía de mis ojos. Lloraba. Pensando que quizá me había abandonado.

Siempre había temido al abandono. Era sinceramente peor que una masacre. Una Tortura Cerebral. O al menos eso sería para un pequeño que ha vivido únicamente con una sola persona en su vida; Su madre.

¨El no poder verla me inquietaba más¨

[...]

Tonadas de silencio inundaron rápidamente el enorme salón. Una hermosa sinfonía que no necesitaba ser oída para ser entendida. Pues el asombro y la confusión era básicamente lo que expresaba el tenso ambiente que se había formado desde que el causante de su inquietud había caminado en dirección a los escalones.

Sus pasos no resonaban. Más bien era como una pluma. Apenas y se oía el ruido de su dura respiración.

La paz no inundaba a ese ser.

-Uzumaki - Pronuncio parando por una décima de segundo su caminata. Con un pequeño suspiro cansado prosiguió con su camino. 

Nadie sabia como ese chico ¨ciego¨ lograba caminar justamente en dirección a un pequeño asiento vacío. Un milagro dirían unos. 

-... - El silencio siguió por partes diferentes. 

-Muy bien - Rompió aquel incómodo silencio tomando posición firme al frente, mirando hacía cada alumno suyo, deteniéndose al fin en el recién llegado.

-Naruto- Fue cortado rápidamente por el chico. Un gruñido del parte del menor alerto al Umino. 

-Uzumaki... Simplemente Uzumaki - Dijo tosco fijando sus ojos tapados con la venda, sobre el maestro. 

¿Cómo podía verlo? 

Sintió un escalofrió abrumador a sus espaldas. Como una ventisca del más frío hielo pasando por un cuerpo completamente desnudo y sin protección alguna. 

-Bien, U-Uzumaki - Una pequeña gota resbalo desde su frente por el costado del rostro maduro del Umino, bajando finalmente por la barbilla. 

El chico guardo silencio esperando a que el profesor se dignara a hablar. 

Impotencia - NarutoWhere stories live. Discover now