Capítulo 7 ZONA LIBRE DE AMIGOS (Melody Carver)

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El timbre que anunciaba la hora del almuerzo sonó con un tuu, tuu, como un teléfono ocupado. Era oficial: la primera mañana en Merston High había llegado a su fin. Ya no se trataba del lugar misterioso que Melody había imaginado, repleto de infinitas posibilidades y promesas que conducirían a la esperanza de una mañana mejor. Era completa y fastidiosamente normal. Como cuando por fin conoces a un novio por internet después de meses de flirteo online: la realidad nunca está a la altura de la fantasía. Resultaba aburrido, predecible y mucho menos atractivo que en las fotos.

 Desde el punto de vista arquitectónico, el edificio rectangular de ladrillo mostaza era más plano que un paquete de Trident. El olor a sudor, a lápiz, a goma de borrar y a libros de biblioteca -que sin duda acabaría por provocarle un dolor de cabeza (de los que produce el olor a sudor, a lápiz, a goma de borrar y a libros de biblioteca) antes de las dos de la tarde- era el típico de siempre. Y las bobaliconas frases grabadas en los pupitres (<<¡MUÉRDEME, LALA!>>, <<ME ABURRO>> o <<CRETINO LIBRE DE GLUTEN>> ) palidecían frente a las que solía ver en el instituto de Beverly Hills, las cuales resultaban bastante más explosivas.

 Vencida por el cansancio, el hambre y el desengaño, Melody se sentía como una refugiada -solo que un poco más fashion- a medida que avanzaba junto a las masas en busca de alimento. Con los jeans negros ajustados de Candace (por insistencia de su hermana), la camiseta rosa del grupo The Clash y los Converse rosas, representaba la vuelta a los años setenta en un instituto que aún no había abandonado la moda <<sesentera>>. Su conjunto rosa, estilo punk chic, resultaba en exceso estridente entre las faldas de vuelo y las prendas de franela, lo que provocaba que se sintiera como quien se ha equivocado de concierto. Hasta su melena negra le colgaba con la clásica apatía antisistema, por culpa de un envase lleno de acondicionador al que le habían adherido erróneamente la etiqueta de <<CHAMPÚ>>.

 Abrigaba la esperanza de que su ropa de chica mala demostrara a los alumnos de Merston High que no era la Narizotas del pasado, el blanco de tantas burlas. Y, al parecer, surtió efecto, porque casi nadie le presó atención en toda la mañana. Unos cuantos chicos del montón la miraron con considerable interés. Como si Melody fuera una porción de tarta en un carrito de pasteles que pasara por allí y decidieran que valía la pena dejar sitio para el postre. En algunos casos llegó incluso a devolver la sonrisa, engañándose al pensar que la miraban por ella misma y no por la labor de perfecta simetría llevada a cabo por su padre. Era lo que había creído con respecto a Jackson, pero se había equivocado.

 Desde la conversación entre ambos en Riverfront, aquel chico encantador que había escrito su numero de teléfono con una pintura roja había estado D.E.C. (desaparecido en combate) física y tecnológicamente. Tras pegar con cinta adhesiva la hoja del block de Jackson en la pared de troncos de su dormitorio, lo incluyó en su lista de marcación rápida con una <<J>>. Y bien rápido marcó. Pero el no respondió. Melody rememoró una y otra vez el encuentro entre ambos: leía en tres líneas, buscaba un doble sentido en las palabras, repasaba cada gesto... y no encontraba explicación lógica alguna.

 Tal vez fuera culpa de la propia conversación, más bien forzada. <<Pero ¿no es precisamente la timidez, la torpeza, lo que tenemos en común?>>, reflexionaba. Tras más de cuarenta análisis, Melody había llegado a una conclusión: debió de haber sido su ropa de viaje.

 Entonces, se enteró del <<viejo timo de los superlindos>>, expresión que Candace sacó a relucir mientras se balanceaban en el columpio del porche, disfrutando de su última noche sin deberes del verano.

 -Es un clásico -le había explicado Candace después de que el tercer mensaje de texto por parte de Melody tampoco hubiera obtenido respuesta-. El chico se pone en plan superlindo para ganarse la confianza de la chica. Una vez que la consigue, adopta el papel de pájaro libre y abandona el nido un par de días. Esto hace que la chica se interesa más por él, ya que ahora está preocupada. Al poco tiempo, la preocupación se convierte en inseguridad. Y entonces -chasqueó los dedos-, él aparece como caído del cielo y la sorprende. La chica siente tal alivio porque no está muerto, y tal seguridad por seguirle gustando, que se lanza a sus brazos. Y una vez en plenas caricias y abrazos -Candace hizo una pausa para mayor efecto-... ¡se convierte en Harry el Sucio! También conocido en algunos círculos como El Guarro con Botas.

Monster High - Lisi HarrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora