PRÓLOGO
Las tupidas pestañas de Frankie Stein se separaron con un aleteo. Una potente luz blanquecina centelleaba ante sus ojos mientras se esforzaba por enfocar la mirada,pero los párpados le pesaban demasiado como para terminar de abrirlos. La estancia se oscureció.
-Ya se cargó la corteza cerebral -anunció un hombre cuya voz profunda denotaba una mezcla de agotamiento y satisfacción.
-¿Puede oírnos? -preguntó una mujer.
-Puede oírnos,vernos,entendernos e identificar mas de cuatrocientos objetos -repuso él,exultante-.Si seguimos introduciendo información en su cerebro,dentro de dos semanas tendrá la inteligencia y las aptitudes físicas de una típica quinceañera -hizo una pausa-. De acuerdo,quizá un poco más lista de lo normal.Pero tendrá quince años.
-Ay,Viktor, es el momento más feliz de mi vida -la mujer ahogó un sollozo-.Es perfecta.
-Lo sé -él también ahogó un sollozo -.La niñita de perfecta de papá.
Uno detrás del otro,besaron a Frankie en la frente.Él olía a productos químicos;ella, a flores frescas. Juntos despedían un aroma a ternura.
Frankie trató de abrir los ojos de nuevo.Esta vez,apenas pudo parpadear.
-¡Pestañeó! -exclamó la mujer -.¡Intenta mirarnos! Frankie,soy Viveka, soy mamá. ¿Puedes verme?
-No, no puede -respondió Viktor.
El cuerpo de Frankie se tensó al escuchar aquellas palabras. ¿Cómo era posible que otra persona determinara de lo que ella era capaz? Carecía de sentido. -¿Por qué no? –preguntó su madre, al parecer por las dos.
-La batería está a punto de agotarse. Necesita una recarga.
-¡Pues recárgala!
<< ¡Si, recárgame! ¡Recárgame! ¡Recárgame! >>.
Más que nada, Frankie deseaba contemplar aquellos cuatrocientos objetos. Quería examinar los rostros de sus padres mientras éstos los iban describiendo con sus voces amables. Deseaba cobrar vida y explorar el mundo en el que acaba de nacer. Pero no podía moverse.
-No puedo recargarla hasta que los tornillos acaben de fijarse –explicó su padre.
Viveka empezó a llorar; sus débiles sollozos no eran ya de alegría.
-Tranquila, cariño –musitó Viktor.- Unas horas más y se habrá estabilizado por completo.
-No es por eso –Viveka inspiró con fuerza.
-Entonces, ¿Por qué?
-Es tan hermosa, con tanto potencial y… -sollozó otra vez-. Me parte el corazón que tenga que vivir…ya sabes…como nosotros.
-¿Y qué tiene de malo? –replicó él. A pesar de todo, algo en su voz daba a entender que conocía la respuesta.
Viveka soltó una risita.
-Estás bromeando, ¿Verdad?
- Viv, las cosas no van a seguir así eternamente –declaró Viktor-. Los tiempos cambiarán. Ya lo verás.
-¿Cómo? ¿Quién va a cambiarlos?
-No lo sé. Alguien lo hará…tarde o temprano.
-Bueno, pues confío en que sigamos estando aquí para verlo –repuso ella con un suspiro.
-Estaremos –le aseguró Viktor-. Nosotros, los Stein, solemos vivir muchos años.
Viveka se rió con suavidad.
Frankie se moría de ganas de saber qué tenía que cambiar de aquellos <<tiempos>>. Pero formular la pregunta resultaba impensable, ya que su batería se había agotado casi por completo. Con una sensación de ligereza y, al mismo tiempo, de increíble pesadez, Frankie se fue sumiendo en la oscuridad y acabó por instalarse en un lugar desde donde ya no oía a quienes la rodeaban. No podía escuchar la conversación de sus padres ni percibir el olor a flores y a sustancias químicas de sus respectivos cuellos.
A Frankie sólo le quedaba confiar en que, al despertar, eso por lo que Viveka quería <<seguir estando aquí>> se hubiera hecho realidad. Y, de no ser así, que la propia Frankie tuviera la entereza necesaria para conseguírselo a su madre.
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Monster High - Lisi Harrison
Teen FictionMELODY CARVER *~Nariz nueva. *~Le encanta Jackson, su nuevo vecino >. *~Camiseta años setenta, jeans negros y Converse rosas. Melody y su familia abandonan Beverly Hills en busca del aire puro de Salem (Oregón). Tras librarse de su nariz (como la jo...