𝟐|𝐃𝐎𝐍'𝐓 𝐂𝐎𝐔𝐍𝐓 𝐎𝐍 𝐈𝐓

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Hacía demasiado frío en aquella tierra de nadie, más de lo que Kath podía soportar. No tenía ni la más remota idea de dónde estaba o con quién se encontraría. Sin embargo, cuando Bruce pidió que le acompañase a buscar al primer miembro de su tan dichoso equipo, ella le siguió, aunque no sin antes refunfuñar al respecto. Esa era solo la primera parte de lo que parecía ser un plan infinito—. ¿A quién buscamos? ¿A Santa Claus? —comentó con clara frustración y enojo en su voz. Sus botas negras hacían ruido cuando pisaban la grava mojada—, no puedo sentir mis pies. ¿Esta persona que buscas no puede vivir en un lugar más agradable? ¿Una playa? ¿Un casino en Las Vegas?

Bruce ignoró su queja, pero si decidió explicar a mayor detalle porqué estaban ahí—. Claro, cuando vayamos por el siguiente recluta, me aseguraré de que viva en París o las Bahamas, ¿te parece? Además, no puedes ir a Las Vegas, es una de las cláusulas no negociables que acordaste con Waller —respondió seriamente, con blanquecino vapor saliendo de su boca al chocar contra el aire congelado.

Kath subió una ceja—. Creo que es bastante bizarro que sepas todo sobre mí.

Bruce se encogió de hombros sin prestarle mucha atención y apresurando el paso mientras ella sorteaba los charcos—. Sé todo sobre todos, es bueno conocer las debilidades del equipo.

—Eres pésimo excusándote, pero, te daré el beneficio de la duda —observó el suelo mojado por el hielo derretido. En la lejanía podía notar el comienzo del mar que se expandía hasta más allá de lo que podían ver sus ojos, fusionándose con el cielo. Por andar un tanto distraída, a pesar de que estaba viendo bien por dónde iba, la base de su bota negra de combate del pie izquierdo se resbaló gracias a una piedra, causando que su cuerpo se balancease hacia atrás. Soltó un jadeo ante la sorpresa, esperando el dolor que el golpe de la caída traería consigo. Sin embargo, fue Bruce quien detuvo la misma, dejando que Kath cayese en sus brazos.

— ¿No estás viendo por dónde caminas? —Preguntó con un atisbo de molestia en su voz. La chica se zafó del agarre con prisa, murmurando un apenas perceptible agradecimiento y reanudando su caminata en silencio. Para el momento en que llegaron, había considerables personas esperándoles afuera de una gran cabaña. Kath podía sentir la poca y débil energía, era apenas notable, más estaba ahí y le serviría si es que tenía que usarle—. Necesitamos su ayuda —Bruce fue el primero en hablar en medio del mutismo pesado, con quien parecía ser el jefe de la remota aldea—, hay un hombre que viene del mar todos los inviernos cuando la gente tiene hambre, viene con la marea del rey, eso fue ayer.

Uno de los hombres del grupo respondió en idioma desconocido, aunque otro vino a su relevo, de cabellos largos, brillantes ojos azules, barba gruesa, figura fuerte y alta. Fue él quien tradujo lo que el primero dijo—. Hay icebergs en el muelle, el último barco zarpó hace cuatro meses.

La chica miró a Wayne esperando su respuesta, sintiéndose ajena a la conversación, a todo el asunto en general. No sabía cuál era el punto de su presencia, solamente se sentía como una pieza de ajedrez dentro de un complicado rompecabezas—. Este extraño del que les hablo no viene en un barco. Escuchen, hay enemigos que vienen desde muy lejos. Necesitamos ayuda, estoy formando una alianza para defendernos de ellos. Te daré veinticinco mil para hablar con él —ofreció, como la gran mayoría de las veces, usando su dinero para ganarse un poco de ventaja. Apuntó a Kath—. Ella es una de nosotros.

El tipo frunció el ceño, mirándole de pies a cabeza—. Podría romperle con una mano.

Ella soltó un bufido, sintiendo una vez más el campo de energía del lugar, haciendo que las pocas luces subiesen su potencia a tal grado que cada uno de los focos se rompió, creando una lluvia de delgado cristal que no pudo resistir tal potencia. Los lugareños jadearon y gritaron cosas en su idioma natal, claramente asustados por el poder de Kath—. Me gustaría verte intentarlo —comentó con gran seriedad, buscando un poco de tranquilidad para sus pensamientos acelerados. Volteó a su izquierda, aprovechando que unas personas se movieron, divisando unos dibujos en la pared oscura que mostraban tres cajas acomodadas en forma triangular, cada una con diferente color y letras distintas rodeándoles. Bruce le había hablado brevemente de ellas, aunque no había entrado en demasiados detalles porque ni él mismo sabía bien qué eran esos objetos; tocó el hombro de su compañero, apuntando a su descubrimiento—. Ahí, mira.

𝐀 𝐍𝐄𝐖 𝐇𝐎𝐏𝐄 | 𝐉𝐔𝐒𝐓𝐈𝐂𝐄 𝐋𝐄𝐀𝐆𝐔𝐄 [𝟯]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora