Que se despertara por las noches a las tres de la mañana no era por lo cual inquietarse, pero tenía que aceptar que no era común hacerlo todas las noches desde que empezó a dormir en la vieja casa del anciano Josué, y decir vieja es hacerle un cumplido, al parecer la casa había pasado de generación en generación entre su familia desde la era de los dinosaurios e influía de alguna macabra manera a sus despertares nocturnos. No poder conciliar el sueño de nuevo le dejaba mucho tiempo que pensar, pero una vez superada esta etapa y solo le quedaba el silencio, comenzaba a escuchar ruidos. Al principio creía que se debía a su imaginación y cansancio, pero al pasar de las noches se dio cuenta que los tenues susurros solo los podía escuchar muy entrada la madrugada, no podían ser otra cosa más que ratas en algún lugar de la casa.
-Mañana comprare trampas para esas malditas- pensó irritado, se movió para estar mas comodo a sabiendas que sería inútil, no podría dormir de nuevo por más vueltas que diera en la cama.
Al día siguiente colocó trampas por todos lados, eso le permitió apreciar con más detalle a la vieja casa. Coloco algunas en la sala, debajo de las figuras exóticas talladas en madera, tres en la cocina y dos en el patio trasero. Esperaba con ansia que llegara la noche y poder dormir bien, sin embargo a las tres de la mañana despertó como siempre y los ruidos no tardaron en ser escuchado de nuevo, todo apuntaba a que sería otra noche de desvelo y ruidos. Faltaba poco para que amaneciera de nuevo, ya podía ver a través de la ventana de su dormitorio los delgados rallos de sol que se escapaban del horizonte, cuando súbitamente escucho el chasquido de una de las trampas, sobresaltado, saltó de la cama y corrió a ver cuál de las trampas podría ser la ganadora, la trampa activada estaba en la sala, pero no tenía a su presida presa en sus fauces de acero y una mueca de desaprobación afloro en su rostro.
Al día siguiente colocó más trampas en la sala antes de irse a dormir temprano para provechas al máximo las pocas horas disponibles que tenía antes de sus puntuales despertares. Un chasquido lo despertó de golpe, ya eran altas horas de la noche y se sentía un poco mareado, en silencio prestó atención a algún sonido, los ruidos tenues estaban presentes como siempre, sin embargo esta vez eran diferentes, ahora eran como risas muy lejanas, {esas malditas ratas se están riendo de mi} pensó mientras se incorporaba como pudo de la cama y se dirigió caminando a la sala, en donde se esperaba encontrar la trampa activada sin ninguna sorpresa en ella. Abrió la puerta de su habitación para caminar por el pasillo a la sala. La poca luz de la luna que se colaba por su ventana no bastó para iluminar toda su trayectoria, caminó a tientas buscando el interruptor de la luz, tratando de recordar exactamente donde se escondía por la espesa oscuridad del pasillo. Siguió caminando sin poder palparlo, convencido de que no podía estar más lejos de donde se encontraba cuando se topó con una difería en la textura de la pared, la cual pasaba de lo fino a lo áspero y frió de la roca, al dar un paso más, noto que el suelo también cambiaba, las losas del piso daban a lo que parecían ser tablas de madera y aun con esas incongruencias en el pasillo prosiguió su camino, ya no esperando que al final encontrara el interruptor y una rata muerta.
La distancia que ya tenía recorrida era absurda, el pasillo no podía ser tan largo, caminó por mucho tiempo aun aferrándose a la aspereza de las rocas en la pared, que le demostraban que no estaba imaginándose las cosas. Pensó que solo era cuestión de tiempo para que fuera de día y el sol iluminara con respuestas la extrañeza del asunto, y en efecto, pudo notar como la claridad de la luz comenzaba a reinar, pero lejos de arrojar luz en su perplejidad solo dio pie a más preguntas sin sentido. La clara luz que lograba percibir no se debía al astro, si no a candelabros muy finos y de cristal blanco que descansaban en el lejano techo del enorme túnel que parecía estar hecho por gigantes. Con más claridad pudo apreciar las rocas que de la pared las cuales daban la impresión de reflejar la luz que llegaba de los enormes candelabros, al ver el piso, notó que si eran de madera, pero sería de un árbol poco común, de esos que solo cresen en la imaginación, ya que tenía un brillo y color singular dando la impresión de estar moviéndose.
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Recinto
Mystery / ThrillerAdvertencia (+18) Los sueños son fantásticos, pueden llevarnos a lugares y situaciones que nunca imaginaríamos por nuestra propia cuenta, sin embargo, hay veces en las que los sueños se transforman en pesadillas y en ocasiones, es imposible diferenc...