Epílogo;

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3 años después.

—______, es hora de irnos —dijo Chen acurrucándose a mi lado.
—Unos minutos más —lo miré con los ojos llenos de lágrimas— por favor —susurré.
Suspiró —Amor, esto te hace daño. No quiero que sigas llorando más —me beso la mejilla.

Sollocé y dejé la rosa roja a un lado de su tumba. Habían pasado ya tres años y yo aún sentía como si hubieran pasado solo meses.

Los primeros meses de su partida creí que no aguantaría. Cada día, cada noche, cada tarde lloraba por él, le decía a Dios que porqué me había hecho eso; dejé de comer, dejé de reír, dejé de dormir, solo sus recuerdos me atormentaban. Mi mamá y mi abuela se preocupaban por mi depresión y no sabía qué hacer, pero por suerte, Chen siempre estuvo conmigo. Siempre me decía que él estaba en un lugar mejor, que siempre me iba amar, que nunca dudara que lo hiciera, que nunca lo olvidara, que él siempre me iba a proteger.

Tiempo después;

Pasado un año volví a comer como antes, recupere mis fuerzas, y Chen no se despegaba de mí. Siempre preguntaba cómo me sentía, si tenía hambre y algunas veces me obligaba a comer. El resto de los amigos de Baekhyun: Luhan, MoonByul y Xiumin, también estuvieron para mí.

Dos años después en navidad estuve con Chen, y los amigos de Baekhyun que ahora se habían convertido en los mejores amigos que alguna vez tuve. Yo le conté todo, absolutamente todo sobre la maldición y justo ese mismo día Chen intentó una vez más preguntarme si quería ser su novia.

Y entonces recordé las palabras de Baekhyun que siempre guardaría en mi mente “Por favor, consigue a alguien que te haga feliz, que te haga sentir lo que yo alguna vez no te hice sentir.
Que te ame así como te amaré yo.” Y el único que me lograba tener por lo menos una pisca de felicidad era Chen. Así que acepte.

Ahora estoy a punto de cumplir los 20, y aunque no puedo decir que soy feliz, una parte de mi lo es, la otra se ha ido con Baekhyun. Con mi amor, con el amor de mi vida.

— ¿Podemos volver mañana? —le pregunté poniéndome de pie junto a él.
—Claro que sí, bonita —me sonrió y me dio un pico en los labios.

Sonreí y lo abracé, volví a sollozar en su cuello y el me abrazó aún más fuerte. Al fondo del cementerio lo vi sonriéndome, estaba cruzado de brazos apoyado en una de las lápidas. Suspiré y le sonreí difícilmente.

El volvió a sonreír y desapareció. Ahora sí, para siempre. Por qué su último deseo fue verme feliz.

Ouija °B.B.HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora