El hombre y la mujer retrocedieron hasta la casa mientras el motor del coche se ponía en marcha.Durante un instante, las ruedas giraron sobre la nieve hasta que dejaron de resbalar y el coche se alejó.
Las figuras echaron a correr y pasaron frente al hombre y la mujer sin prestarles atención, pendientes solo del coche que bajaba deslizándose por la calle nevada.
El hombre de pelo blanco aferraba el volante con ambas manos.Por suerte era tarde, Nochebuena y nevaba, por lo que no había tráfico que ralentizara su marcha.
Sin embargo, aunque el hombre conducía a gran velocidad, las figuras negras cada vez estaban más cerca.
Corrían tan sigilosamente que resultaba sobrecogedor, a cada zancada cubrían doce metros y las puntas de sus abrigos negros ondeaban tras de sí.
Al doblar una esquina, el coche topó con una furgoneta estacionada y dos figuras se elevaron en un salto por los aires, asiéndose a las fachadas de las casas que bordeaban la calle.
El hombre miró por el retrovisor y vio que sus perseguidores avanzaban pegados a las fachadas como gárgolas que se hubieran desprendido de los tejados.
Aunque su mirada no denotaba sorpresa, pisó a fondo el acelerador.
El coche cruzó a toda velocidad una plaza y pasó como una exhalación junto a un grupo de feligreses que salían de la iglesia a medianoche.
Se adentró en el casco antiguo de la ciudad, y a pesar del estruendo de las ruedas rebotando en las calles adoquinadas, los niños seguían durmiendo en el asiento trasero.
Una de las figuras se impulsó contra la fachada rojiza de una de las casas y, acto seguido, su mano pálida rompía el techo de un puñetazo y empezaba a arañar la chapa.
El segundo atacante había alcanzado la parte trasera del coche y, con los talones clavados en el pavimento, iba abriendo sendos surcos en las piedras centenarias.
-Un poco más- musitó el hombre-, sólo un poco más.
Entraron en un parque cubierto de nieve y completamente desierto, y el coche patinó sobre el suelo helado.
Justo enfrente, el hombre divisó el oscuro perfil del río. Y, de repente, todo se precipitó: el anciano apretó el acelerador, la figura de detrás del coche se aferró a la puerta, el techo se abrió y por el hueco penetró el frío de la noche.
Lo único que no experimentó cambio alguno fueron los niños, que, por suerte para ellos, seguían durmiendo ajenos a lo que sucedía.
Entonces el coche se elevó en el aire y se precipitó al río.
Holaaa lindaaass espero que les este gustandooo !!!! Besitos con savor a nutellaaa y hasta el proximo capituloo hos quieroo
ESTÁS LEYENDO
El Atlas Esmeralda ( Liam Payne, Louis Tomlinson y Harry Styles )
Mystery / ThrillerLiam jamás ha olvidado aquella Nochebuena, cuando apenas tenía cuatro años y su madre le despertó con un ruego: que cuidara de sus hermanos y que no se preocupara, pues un día volverían a estar juntos. fueron las ultimas palabras que le dijo a Liam...