Capítulo 4:
Encuentro con la sirenaEl pueblo de las serpientes es un maldito laberinto cavernoso lleno de humedad y de sonidos espeluznantes. Hemos recorrido un retorcido camino por un largo tiempo y comienzo a impacientarme, no solo por eso, también por las serpientes humanas que avanzan delante de mí. No me inspiran confianza, el lugar tampoco ayuda. Siento que las cosas pueden ir muy mal en el momento en que Yira abandone Encantus.
—Deja de darle tantas vueltas al asunto —susurra Yira a mi lado. Intento relajarme.
La reina ha venido acompañada de Carmín y tres guardias. Uno de ellos preside el túnel rocoso que se supone nos lleva a donde se encuentran las sirenas. Otro lleva a Susej en brazos. Ella se encuentra débil y frágil, eso no significa que no pueda caminar, pero si nos hace ir más lento. Y Gala tiene mucha prisa, también se encuentra de mal humor por los cambios realizados sin su opinión. La moneda de cambio que tenía pensado usar debe estar ya muy lejos de aquí y ahora solo contamos con Susej para efectuar una negociación.
Giramos en un estrecho pasadizo que termina inclinándose a las profundidades en forma de caracol, a medida que bajo me aseguro de pisar bien porque es un poco resbaladizo, además de que me voy sosteniendo de la pared rocosa. Esto es como ir de excursión al centro de la tierra. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis... son demasiadas vueltas y aún no terminamos de llegar. Me detengo, comienzo a sentir que me falta el aire y si doy un giro más voy a terminar mareada. Aspiro por la boca.
—No me digas, también eres claustrofóbica —dice Yira detrás de mí. Me detengo, contra la pared. Además de lo evidente, que prácticamente nos hayan despojado de nuestras armas. Como se supone que está, es una reunión pacifica, no hubo con que objetar mantener por lo menos alguna—. Con que yo lo sea es suficiente.
—No lo soy, es solo que dar tantas vueltas en espacio reducido, además de que vamos hacia abajo, todo eso junto me está enfermando —explico mientras busco un equilibrio dentro de mí para continuar, sin desfallecer. Transcurren unos minutos, he conseguido bastante oxígeno para mis pulmones y creo estar lista para continuar, pero Yira me detiene, sus manos me sostienen el brazo—. ¿Cómo lo llevas?
—No mejor que tú —confiesa en un hilo de voz.
—Somos un desastre —expreso.
—Mafer, si algo sale mal en la negociación, debes huir de este lugar —ella está seria. Sus cicatrices endurecidas sobre su piel.
—No sé si lograre recordar el camino de regreso —reconozco en voz alta. Mi presencia aquí no está ayudando mucho, en realidad soy una carga. Cuando vine aquí, tenía en mente un pueblo entre bosque, no a través de una cascada. Todo esto me está afectando.
—No necesitas recordarlo. Lo único que necesitas es concentrarte en salir de aquí, poner un sitio en tu mente y dejar que el fuego te consuma —toma mi rostro en sus manos como si yo fuera una niña y no estuviera entendiendo bien lo que ha dicho—. Hay tres guardias, la reina y Carmín, lo que significan que son cinco enormes serpientes. Si algo sale mal no te puedes dar el lujo de paralizarte, tienes que concentrarte en salir de aquí. Has comprendido.
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Encantus. Alas de hielo (libro 5)
FantasyDiseño de portada por el venezolano @AleanellF Ha pasado algún tiempo desde que las defensas dividieron dos mundos, familias y amigos... Ahora, el caos y el miedo destrozan a un pueblo, y consumen la vida de humanos y hadas por igual, la hermandad h...