Capítulo 2

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Decidí no beberme la botella porque justo hoy tengo el curso. Debía presentarme sobria para dar una buena impresión en el curso de redacción si quería que la profesora encargada de la clase me evaluara bien.

Iba vestida con una blusa, unos jeans y unos botines negros para que no resaltara demasiado. Pero tampoco quería ser una alumna más del montón, quería sobresalir para que el dinero que estaba gastando el jefe en mí valiera la pena.

El peinado no era el más espectacular, pero tampoco era tan simplón como una cola de caballo o una trenza, era un elegante chongo que se entrelazaba como si fuera un moño de regalo. Había pensado en plancharme o rizarme el cabello, pero el calor lo arruinaría y me vería peor conforme el tiempo fuera avanzando.

Metí en un bolso todas las cosas que me habían dado el día que me inscribí y fui de inmediato a la recámara de mi amiga—que actualmente era la sala porque su habitación carecía de un vidrio para su ventana—para que fuera ella quien me ayudara con el maquillaje.

Ninguna de las dos éramos unas expertas en temas de belleza, pero si mi vida dependía de una base y unas sombras, dejaría que mi amiga fuera quien las aplicara. Ella había asistido a un cursillo de automaquillaje por lo que poseía más conocimientos que yo en el tema.

—Nicole, necesito que me maquilles, levántate—grité mientras tocaba la puerta para poder entrar en la sala.

— ¿Por qué no te largas de una vez y dejas de jugar a la muñeca de porcelana? Es sólo un jodido curso, no es necesario que te arregles tanto.

De la nada la puerta se abrió y mi amiga ya estaba arreglada.

—A menos que vaya un hombre demasiado guapo…dame las pinturas, ya te arreglo yo.

Ella comenzó a aplicarme polvo y líquido por todas partes como si intentara ocultarme detrás de todos esos colores.

—Nicole, te recuerdo que voy a un curso, no a un circo—me giré a ver en el espejo y bueno, no lucía tan mal—. Muchas gracias, debo irme porque llegaré tarde en mi primer día.

Salí corriendo, literalmente, para llegar unos minutos antes. Me sentía como en la universidad. Cuando corría a toda velocidad para llegar antes y elegir un buen asiento para no ser de las olvidadas de atrás que siempre toman como los desastrosos y detestables del grupo.

Ojalá que Nicole también tuviera un día tan emocionante como hoy. Ella me decía que el derecho y estas cuestiones legales no eran demasiado interesantes, mientras que yo argumentaba que la economía tampoco lo era.

Cuando nos graduamos yo conseguí este trabajo y ella está en una empresa que necesita de sus afables servicios.

Cuando llegué al edificio me aproximé al elevador antes de que las puertas se cerraran.

—Oigan, ¿a qué piso vamos? —indagué esperando la respuesta de alguien.

—Vamos a la cuarta planta—respondió una morena despampanante que se acomodó el cabello como si quisiera presumírmelo.

—Muchas gracias.

Oh no, el primer día de mi curso y ya me sentía un poco intimidada. Pero a saber si ella estaba en la misma aula que yo, seguramente ella iba para otro lugar.

Caminé rápidamente hasta llegar al pomo de la puerta, lo giré y entré en la habitación. Todos ya se encontraban en sus lugares con unas libretas sobre los pupitres. A la distancia logré ver un lugar vacío, pero la morena del elevador se apresuró a ganarme y me quedé sin una mugre silla para poner mi trasero y disfrutar de la clase.

—Alumnos, cállense por favor. Enseguida su instructor se presentará ante la clase—la pequeña mujer con una melena pelirroja se retiró dejando la puerta entre cerrada mientras discutía afuera.

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