Capítulo 3

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Pasé la semana yendo al curso y después a un parque cercano para estudiar pacíficamente sin que mi jefe me estorbara o me cuestionara acerca de los modelos o las distintas anotaciones que hacía con respecto a alguna cosa que me gustara.

La mayoría de objetos de moda eran para mujeres, de hombres casi siempre era lo mismo. Trajes, suéteres de tweed, bufandas, abrigos, sombreros, sacos, camisas, zapatos. Aunque algún no lograba comprender qué diferenciaba el café claro del kaki o el rosa mexicano del fucsia. Existían aún demasiadas lagunas mentales en mí en cuanto a la moda se refería. Si me dijeran que diera asesoría fiscal sería diferente, pero estábamos hablando de moda y créanme que el derecho y la moda no.

El móvil comenzó a vibrar en el bolsillo de mi saco y tuve que sacarlo para poder contestar.

—Bueno, habla la señorita Miller.

—Daph, necesito que me hagas un favor. Quiero una entrevista con tu jefe—no podía ser, si le decía que fuera en casa mi amiga se daría cuenta de que vivimos juntos puesto que tengo cosas mías hasta en el baño y en la sala algunas otras más.

— ¿Para cuándo la querrás?

—Mañana si es posible, necesito hacerle la entrevista porque me la ha pedido un amigo.

Y ese era un buen punto por el cuál debía ayudarla. Su amor pendía de un favor con mi jefe.

— ¿Vendrás tú o tu amigo?

—Ambos, por eso necesitamos que sea en su casa, hay demasiadas cosas que debo explicarte…pero dije que podría conseguirla, por favor Daph, sabes que yo no te he pedido nunca este tipo de favores—rogó con pleno uso de la verdad.

—Ok, ok, te marco en cuanto lo consiga, veré si me da un espacio en su apretada agenda—colgué.

Me levanté del césped que rodeaba al grueso árbol que estaba dándome sombra para que pudiera terminar de leer la revista y así dar inicio a mis primeras asesorías para Nathan. Tendría que regresar a casa rogando a todos los santos para que mi jefe estuviera ahí y para que aceptara la entrevista con mi amiga. Le debía el favor después de todo lo que ella ha hecho por mí.

Caminé y caminé hasta regresar al edificio del curso para poder ver los registros de si Nathan Fara ya había salido de ahí.

La recepcionista me mostró su computadora para que revisara las horas de entrada y salida de los diferentes profesores. Y efectivamente Nathan ya había salido de aquel lugar.

—Muchas gracias, que tenga una buena tarde—me despedía educadamente y emprendí mi camino hacia l casa con la intención de encontrarlo ahí.

Tuve que correr para poder llegar a casa antes de que él se pudiera ir, si dejaba que el tiempo se fuera seguramente le confirmaría la entrevista hasta la noche que regresara. Gran error fue el no pedirle su número telefónico cuando tuve la oportunidad.

Me quedé afuera de casa tocando mientras trataba de espiar por el orificio que había entre el inicio de la puerta y el suelo. Quizá veía sus pies andar de un lado a otro o alguna otra señal que me dijera que él estaba ahí dentro. Pero no encontré nada.

No salió con mis toquidos ni aunque le grité, simplemente él no se encontraba en casa y no iría a buscarlo a la oficina porque entonces vería a Frank y eso significaría pasar otro momento incómodo hablando con él. Así que no me quedaba de otra mas que esperarlo afuera de la casa.

Me dirigí al patio trasero para extender en la mesa del pequeño comedor campero, todos mis artefactos de estudio: mis revistas de moda, los apuntes, la tableta que ahora no tenía nada de señal, pero de todas formas me sería para ver las imágenes que había guardado ahí. Seguí tomando apuntes y escribiendo notas importantes en mi libreta hasta que sentí que alguien tocaba mi hombro.

Crimen a la modaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora