Capítulo 4

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Después de levantarles su respectivo reporte a esas chicas, pero sobretodo a Celeste, me dispuse a ir a clases.

Durante ella me mostré muy callada, más de lo habitual, aunque claro que solo por fuera, pues dentro de mí ocurría cada cosa extraña por pensamientos raros, que ahora se estaban convirtiendo en algo cotidiano.

Lo cierto es que creo que esta idea de olvidarme de Nathaniel y de su amor no correspondido está dando sus frutos. ¿Y por qué está ocurriendo esto? Tengo entendido que desde aquella noche, que comencé a recibir llamadas tan repetitivas de parte de cierto pelirrojo.

Castiel...

—¡Hey! Melody...

Naomi me estaba hablando, y pasándome un papel finamente doblado que en su interior contenía un mensaje.

<¿Estás bien? Te veo temblando y estás sudando más de lo normal...>

Esta niña, pensé. Ella es tan perfeccionista en todo lo que hace, incluso escribe sus recados con tintas finas y de colores. Tiene tanta imaginación.

Volteé a verla y le sonreí, a lo que respondió con una sonrisa alegre y los ojos brillosos deslumbrantes.

Regresé a mirar el mensaje que ella me había escrito, cuyo sentido sólamente tenía un significado casi preciso, y eso era que en verdad se me notaba demasiado el momento por el que estaba pasando.

<No pasa nada en realidad, cosas que ocurren de un momento a otro, ya sabes.>

Le pasé el mensaje. Hubiera querido continuar en mis pensamientos volátiles, pero ya me habían distraído de ellos por lo que sería bastante difícil continuarlos, así que traté de seguir el ritmo de la clase, que de un momento a otro podría estar terminando. Con esto estoy perdiendo muchísima atención, y sobre todo, la noción del tiempo.

Algo que he notado durante algunos meses atrás, es que esta chica ha estado tratando en la mayoría de las ocasiones de hablarme, entablando conversaciones conmigo, bastante objetivas en sí, por cierto.

Al término, tengo que ir a la sala de delegados para continuar ayudando a Nathaniel. Me estoy cansando de esto, sin embargo no puedo dejar las cosas botadas así no más.

Cuando llegué buscando a Nath para continuar con nuestros asuntos, noté que tenía su aura distinta, una que sólo había tenido bastante tiempo atrás, y por cuestiones extras que ahora no vale la pena recordar, a excepción del punto de Castiel.

—¿Ha ocurrido algo? —pregunté, preocupada.

Nathan tenía algo de agite en la respiración, con la mirada entreabierta y la frente un poco sudorosa, la cual no fue fácil de identificar a simple vista, pero estaba ahí.

—No pasa nada, déjalo así —respondió.

—Si eso es lo que quieres que haga, entonces está bien. Pero recuerda que yo estaré aquí, por si necesitas ayuda con algo, o con alguien.

Al terminar de decir mi frase, Nathaniel me miró exhausto. Tratando de enfatizar lo que había mencionado anteriormente.

—¿Cómo es que sabes que se trata de alguien?

Lo miré, suspiré y acto seguido le sonreí con timidez.

—Algo que he notado en ti, y en todas las personas con las que he tratado, es que cuando se comportan de esa manera es a causa de alguien más. Ahora, si en este momento no me quieres contar qué es lo que pasa, no hay problema. Respeto tu decisión.

Nathaniel estaba dudando de las palabras que estaban saliendo de mi boca. Lo comprendo, de alguna manera.

—Está bien, te contaré. Hay algo que ocurre contigo y con muchos otros estudiantes del instituto que me incomoda demasiado —comenzó—. He notado que tanto tú como los demás han tenido un comportamiento distinto al habitual, lo cual llama mucho mi atención. Sobretodo, esas acciones las he visto más frecuentes en ti y en Castiel. Empiezo a tener mis sospechas al respecto.

JuvéxtasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora