«Izuku pensaba que ese día no podía ser bueno en absoluto.
Desde llegar retrasado a sus importantes reuniones de héroes hasta, llegar a las afueras de la casa de Katsuki quien estaba aparentemente subido de copas.
Las cosas no podían resultar peor...
Ese día estaba claro que desde que había despertado, nada estaba saliendo como él esperaba.
Y es que el levantarse con el pie izquierdo no era algo común en Izuku, pero definitivamente ese era uno de esos días.
Desde la mañana que todo había comenzado a salir mal, el quedarse dormido porque la estúpida alarma no había sonado no era normal. Tampoco el hecho de que había olvidado por completo hacer las compras en el supermercado el día anterior.
Su estómago en esos instantes rugía casi tan fuerte como su enorme suspiro de lamento.
No le dio tiempo siquiera para tomar un desayuno rápido en la cafetería, iba tarde, muy tarde. Apenas y pudo tomar una ducha extremadamente rápida, en la que medio se pasó el jabón y salía de casa aún con sus brazos húmedos, veloz.
Y el llegar a la agencia de héroes tarde en su jornada de práctica no era para nada bueno, sobre todo si esta vez quien estaba a cargo era EraserHead.
—Fíjate por donde caminas, Deku de mierda. —gruño cierto rubio con furia al ser casi rozado por Izuku, quien a paso rápido avanzaba por los enormes pasillos de la agencia notoriamente agitado y con su nariz roja producto de la fría mañana que cubría el ambiente.
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Izuku ni siquiera sintió roce en el hombro de su compañero, pero para no hacer problemas simplemente fingió haberlo hecho.
Se detuvo por un segundo y extendió su mano derecha, en modo de disculpa mirándole por el rabillo del ojo. —Ah, lo siento Kacchan, estoy algo apresurado. —respondió, obteniendo como respuesta un chasqueo de lengua.
Izuku continuó su camino escuchando el chasquido en la lejanía, no quería empeorar más su mañana.
No le entendía en absoluto, todos los días era igual. Desde que había comenzado sus prácticas en la agencia de héroes, Bakugou vivía buscando algún motivo aunque fuera leve o casi inexistente para insultarlo. Pero ya estaba acostumbrado, al fin y al cabo era pan de cada día.
—Llegas tarde, Midoriya. —reprendió Aizawa al ver al chico entrar, agitado y sudoroso con su libro de apuntes y el lápiz en el enorme salón.
Era día miércoles de entrega de informaciones, todos los héroes de la ciudad se reunían por turnos para el intercambio de datos de villanos.
—Lo siento mucho Aizawa–sensei, no volverá a suceder, lo prometo. —Se disculpó, mientras hacía una leve reverencia y se dirigía a su asiento asignado de manera nerviosa.
¿Y cómo no estarlo? Si era la primera vez que llegaba tarde a una reunión tan importante como esa.
Se sentía tan estúpido, realmente se arrepentía de haber confiado en ese despertador tan barato. Ya entendía el porqué casi lo estaban regalando en aquella tienda de nombre extraño.
